MIKEL INSAUSTI
CINE

«Mudbound»

La situación actual del sector audiovisual es muy compleja, porque se produce demasiado material para cada una de las plataformas de difusión existentes, por lo que acaba repartiéndose, no siempre de la mejor manera. Netflix está subiendo como la espuma, no solo gracias a las series de televisión de cosecha propia, sino también porque se hace con películas de estreno por las que las distribuidoras de cine no pujan tan alto, así que se queda con la exclusiva digital. Este mes de noviembre ha programado en primicia “Mudbound”, debido a que pagó doce millones y medio de dólares por su compra, siendo la única compañía en hacer una oferta superior a los diez millones que había costado. Por lo tanto, tiene todo el derecho a reservársela y no estrenarla en salas de cine, y quienes quieran verla en streaming tendrán que suscribirse. Lo sorprendente es que estamos hablando de una película que suena para los Óscar, con posibles candidaturas para Mary J. Blige y Carey Mulligan como actrices secundarias, e incluso la ascendente cineasta afroamericana Dee Rees debería optar por la dirección, así como el guion adaptado de la novela original de Hillary Jordan. Una película con mujeres de tanto talento que denuncian el racismo ha de contar para los premios anuales de todas todas, y de momento ha recibido el Gotham al Mejor Reparto.

En declaraciones de Dee Rees tras la entusiasta acogida crítica en los festivales de Sundance y Toronto, decía no entender lo que estaba sucediendo con su película a propósito de los problemas para encontrar distribución cinematográfica. Ella cree que está pagando las culpas de otros, porque la mayoría de distribuidoras aducían que el problema estaba en el fracaso la temporada anterior de “El nacimiento de una nación” (2016), que de ser favorita para los Óscar pasó directamente al ostracismo. De poco le valió su denuncia histórica del racismo al extenderse la acusación como responsable de una violación a su director Nate Parker. Dee Rees no sale de su asombro, porque les podrá unir a ambos su raza, pero no su sexo ni el comportamiento con las mujeres.

Está claro que Dee Rees se tiene que enfrentar a una coyuntura nada favorable por su doble condición de mujer y de afroamericana, pero nadie le podrá quitar el reconocimiento artístico a una obra fundamental en su manera de reunir los dos puntos de vista opuestos del conflicto, tanto de los negros como de los blancos. Es algo que ya estaba en la novela homónima de Hillary Jordan, blanca que se identifica con el personaje interpretado en la pantalla por Carey Mulligan, como una mujer de ciudad que trata de sacar adelante una granja heredada en el Delta del Mississippi. La narración sigue en paralelo a la familia propietaria y a la de sus criados negros, con la cantante Mary J. Blige sorprendiendo como actriz en su rol de abnegada y sacrificada madre.

Si las figuras femeninas dotan de fuerza dramática al relato, las masculinas no se quedan atrás, y son las que conectan con el marco histórico en el que se desarrolla la acción. De la familia blanca y de la negra regresan del frente sendos soldados, los dos con sus traumas a cuestas. La radical diferencia entre el excombatiente interpretado por Garrett Hedlund y el que corre a cargo del afroamericano Jason Mitchell es que al segundo de nada le sirve ser un héroe de guerra condecorado en el sur segregacionista de los años 40. Es tratado peor que un animal, con escenas claves que reflejan el desprecio a su color por encima del uniforme del Ejército de los EEUU que viste, como aquella en la que en una tienda es obligado a salir por la puerta de atrás, porque la principal únicamente puede ser cruzada por los amos y sus familias. Nada ha cambiado en las plantaciones de algodón, con el Ku Kux Klan campando a sus anchas y provocando altercados como los recientes en Charlottesville.