XANDRA ROMERO
SALUD

Después de la Navidad ¿qué?

Ya es oficial, se ha acabado la Navidad y, para algunos, probablemente será motivo de alegría. Puede haber muchos motivos para celebrar que ya haya pasado, aunque uno de ellos suele ser el agobio que suponen para muchas personas, tantas comidas, cenas y picoteos extraordinarios; a veces, exagerados en cantidad, otras, en cambio, en grasas, calorías, exceso de alcohol o azúcar. Parece que esto esté justificado por el simple hecho de que son estas fechas; no obstante, verlo de esta forma puede tener consecuencias, pues habrá quien después pretenda purgar los excesos como si de pecados mortales se tratase. ¿Cuánta gente conocemos que no solo hace dieta o se cuida antes de la Navidad, si no que, además, se castiga con dietas extremas después de estas fechas?

Seguro que la respuesta es “mucha”. Está claro que el objetivo de tales prácticas será bajar los tres kilos de media que, según afirman varios estudios, aumentamos cada Navidad en el Estado español.

Pero hacer dietas milagro de este tipo no solo no tiene ningún beneficio, ya que, ante esta situación de semiayuno, el organismo reacciona compensando la falta de energía recibida con un aumento de la destrucción de las proteínas corporales como fuente alternativa de energía, lo que provoca una pérdida de músculo, además de una cantidad considerable de agua corporal. De ahí que quien sigue estas dietas asocie esta pérdida con el éxito del régimen.

La fase posterior será el famoso “efecto rebote” producido porque, ante esta situación de semiayuno, el cuerpo pone en marcha potentes mecanismos que impiden que siga la pérdida de peso; por ejemplo, una mayor eficacia metabólica, ahorro energético y un incremento del apetito, que conducen a una rápida recuperación del peso perdido en cuanto se vuelve a comer “normal”, siendo ese peso recuperado principalmente a base de tejido graso.

Lo mismo ocurre con el ejercicio puntual como “compensación”, que tampoco es saludable. El ejercicio debe ser mantenido a lo largo de todo el año y con una planificación individualizada para cada persona. De modo que, para calmar conciencias y aclarar conceptos, es importante recordar que los excesos puntuales tienen consecuencias rápidas, sobre todo a nivel digestivo. Pero el verdadero problema es cuando encadenamos un exceso tras otro convirtiéndolo en el patrón habitual de alimentación, evidentemente desequilibrado y poco saludable.

Así que, cuando uno se pasa en Navidad o en otra época del año, no vale compensar, sino retomar lo antes posible una dieta equilibrada. El objetivo antes, durante y después de esta época no es distinto al del resto del año: comer comida y no alimentos procesados, no prohibirnos comer alimentos pero sí auto-controlarnos con aquellos más procesados, pero sobre todo, no vivir la comida como un pecado.