Karlos Zurutuza
UNA FOTOGRAFÍA EN LA MEMORIA

Guerra en bucle

Era abril de 2003, seguro que lo recuerdan: un marine americano restregaba barras y estrellas por el rostro en bronce de Saddam Hussein antes de colgarle una cadena al cuello (la imagen es de Goran Tomasevid, fotógrafo de Reuters). Se buscaba finiquitar uno de los capítulos más tristes de la resaca del 11S; el derribo ordenado de una estatua siempre aporta una pátina de legitimidad a la invasión de un país. Washington ya había ganado antes la Guerra Fría; ¿Acaso no vimos a Lenin ser desplomado, desmontado o descolgado de casi todos sus pedestales? Al lado de aquello, lo de Bagdad sería coser y cantar. Pero no. Para disgusto de los organizadores de la performance, Saddam no se estrelló por su propio peso contra el suelo de la céntrica Plaza del Paraíso, sino que se plantó a medio camino, saludando al suelo. Quedaba feo y, lo peor, seguía sin caer. Hubo que tirar a conciencia desde un blindado yanqui, que lo acabó separando de sus propios pies.

Resultaba evidente que aquella estatua hueca, casi de attrezzo, no daba la talla para la ocasión. Probablemente nadie interpretó entonces aquello como la metáfora de una victoria pírrica. O ni siquiera eso: los americanos habían ganado una batalla, pero la guerra de Iraq no había hecho más que empezar. Tres años más tarde, la retórica “resistencia versus ocupantes” fue sustituida por la de “chiítas contra sunitas”. Aquella sangrienta ecuación se despejaba desde Teherán hasta Washington; desde Londres hasta Riad, pero los que morían eran los iraquíes. Siempre. Obama acabó sacando sus tropas por la puerta de atrás y, mientras Irán ganaba una guerra en la que no había disparado un solo tiro, la desesperación entre los sunitas los empujaba al vacío. Y de ahí, desde la sima más profunda de Mesopotamia, se despertó el ISIS. O lo despertaron. El resto es historia, aunque últimamente no nos quede muy claro qué ha sido del monstruo. A falta de una estatua, ¿mataron ya a al Bagdadi como a Bin Laden? Qué más da. La guerra de Iraq, como la de Afganistán, sigue sin terminar.