IÑIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Edificios de resistencia

A menudo pensamos que la arquitectura se vincula exclusivamente con el diseño y la creatividad, pero hay proyectos, si no lo son todos, en los que la política afecta a la forma, la economía y hasta la forma de vivir. Ese es el caso del Sugar Hill, un edificio recientemente terminado que albergará a residentes de bajos ingresos, un museo infantil y una guardería. La arquitectura audaz y los altos costos del edificio ya han provocado varias discusiones entre arquitectos, legisladores y los defensores del edificio.

Sugar Hill surge como el edificio más alto en la zona más elevada del barrio de Harlem, convirtiéndose desde el inicio en un nuevo icono. El proyecto ha sido desarrollado por la firma de arquitectura Adjaye Associates, gracias a un encargo de la Broadway Housing Communities (BHC), una organización sin ánimo de lucro pionera en la construcción de vivienda social. Ubicado en la calle 155, una importante conexión este a oeste, entre Harlem y el Bronx el edificio de trece pisos se encuentra entre casas de piedra rojiza del siglo XIX , donde su solidez negra destaca sobre manera.

Una mirada más cercana revela cómo una organización inteligente del programa encaja cinco usos en un solar desafiante. La guardería infantil, el museo y las viviendas tienen cada uno un punto de acceso distinto desde una plaza lateral. La guardería, con seis aulas y dos patios al aire en el lado sur, ocupa la mayor parte de este nivel. El museo, que comienza con un vestíbulo estrecho frente a la plaza, se expande hacia el subsuelo, quedando iluminado por los lucernarios. Y las viviendas, con una única entrada estrecha que conduce directamente a las profundidades del edificio, se elevan. Una sala comunitaria, las oficinas de BHC y una terraza ocupan el nivel del retranqueo que caracteriza el volumen de la pieza. Finalmente, está coronado por una huerta urbana que ocupa la azotea.

Tal y como BHC cuenta la adjudicación del contrato a Adjaye fue una decisión totalmente política, ya que se requería un diseño moderno complementario a su entorno neogótico de casas adosadas, que permitiese involucrar a la comunidad local, a través de una serie de talleres y reuniones de planificación, para asegurar que el diseño esté ligado a su historia, necesidades prácticas y estéticas. Y en ese sentido David Adjaye ,de orígenes ghaneses, era la persona ideal.

La respuesta es un edificio negro con una textura rugosa, que corona una base de 25 metros que da un paso atrás en el noveno piso para crear una terraza de tres metros y medio en voladizo en lados opuestos. El revestimiento se logra con paneles prefabricados con vegetación en relieve teñidos con grafito, que crean un efecto ornamental, rindiendo homenaje a la rica cultura e historia de Harlem. La vegetación tallada en esos paneles de la fachada del edificio establece diferentes tamaños y profundidades, lo que consigue una vibración de la luz a lo largo de toda la superficie.

El material prefabricado de hormigón tintado se perfeccionó a través de una serie de estudios, muestras y pruebas, y está diseñado para brillar con la luz solar permitiendo que la construcción vaya cambiando su aspecto durante todo el día y en función del clima. El color grafito también sirve como contraste con la fachada de cristal luminosa que comienza en la plaza de entrada pública y se envuelve alrededor de todo el inmueble creando un faro que brilla intensamente en la puerta de entrada del distrito de Sugar Hill.

Impresionantes vistas de Nueva York. La apertura aleatoria de los huecos acentúa la vibración de la fachada y ofrece a los residentes vistas que enmarcan el Central Park, el One World Trade Center en el Bajo Manhattan, o los ríos Hudson y Harlem, así como el nuevo Estadio de los Yankee. Las terrazas se colocan en el segundo, tercer y noveno nivel además de en cubierta que se recupera como espacio compartido.

El edificio se transforma así en un complejo residencial de usos mixtos y, por lo tanto, en un nuevo hito arquitectónico ya que transgrede los mecanismos convencionales de los promotores al realizar edificios residenciales para rentas bajas. En ese sentido, el proyecto de Sugar Hill se eleva en Harlem como un símbolo de resistencia, como un edificio que muestra que otras formas de habitar y de convivir son posibles.