Xandra  Romero
Nutricionista
SALUD

Normalizar conductas alimentarias de riesgo

Algunos conceptos dietéticos que (mal) usamos, sin darnos cuenta, restándoles importancia pero que se posan en la base de nuestra conducta dietética y van dejando huella pueden parecer “normales”, inofensivos y, por ende, pasar totalmente desapercibidos de manera que no podemos enfrentarlos. Hablo de los conceptos que más me cuesta poner sobre la mesa en la consulta de nutrición: la restricción y los atracones.

En inglés tienen dos palabras para referirse a dos conceptos distintos de restricción: Restraint (autocontrol) se refiere a la intención de restringir la ingesta de alimentos; esto implica que es de naturaleza ideada o pensada, consistente con la conducta y cultura de dieta y las normas y mitos alimentarios que hemos construido en nuestra cabeza. Restriction se refiere a la restricción calórica fisiológica. En este caso, es de naturaleza conductual y se refiere simplemente a comer menos cantidad.

El primer tipo de restricción es el que puede suponer una situación que acabe siendo patológica. El problema es que hemos normalizado la restricción y esto dificulta ver su gravedad; algunos ejemplos de normalización social de conductas restrictivas: «Uy! Como vamos a comer a un restaurante y me voy a pasar, luego no ceno» (decidir no cenar a las 15.00 sin saber si a las 21.00 tendré hambre); «Como esta semana no he hecho ejercicio suficiente, no puedo permitirme una hamburguesa con mis amigos»; comer comida saludable, únicamente como forma de (mal) gestionar tus emociones; evitar planes o personas por miedo a comer algo “insano”; comer suficiente cantidad pero solo de frutas y verduras.

Por el contrario, creemos que un atracón es comerse un paquete entero de patatas fritas y nada más lejos de la realidad. Seguramente, muchas personas cumplan criterios clínicos para que hablemos exactamente de atracones de comida y, por lo tanto, en la mayoría de los casos, hablemos también de un trastorno, el TCA más común de todos (sí, más que la anorexia y la bulimia). En este caso, los atracones, según el manual diagnóstico mental (DSM-5), se refieren a la ingestión, en un periodo determinado (p. ej., en dos horas), de una cantidad de alimentos que es claramente superior a la que la mayoría ingerirían en un período similar en circunstancias parecidas. También a la sensación de falta de control sobre lo que se ingiere durante el episodio (no se puede dejar de comer o controlar ni lo que se ingiere ni la cantidad).

Sin embargo, otras circunstancias distintas son las sobreingestas alimentarias y el comer emocional. Las diferencias son, por un lado, que las sobreingestas se refieren a seguir comiendo, aún cuando ya hemos saciado el hambre: cuando vamos a un restaurante o una celebración o estamos en casa y nos “pasamos una vuelta” nuestro tope de saciedad. Aunque existen similitudes entre atracones y alimentación emocional, hay diferencias fundamentales:

1. El grado de control percibido: Los atracones se caracterizan por la pérdida de control y la incapacidad de parar, mientras que una persona que come de forma emocional puede dejar de comer si realmente quiere.

2. La cantidad consumida: Los atracones se asocian con un gran aumento en las calorías, mientras que la ingesta calórica de un episodio de alimentación emocional no es inusualmente grande.

3. El propósito funcional: un episodio de atracones no tiene un propósito funcional, no es adaptativo y no nos ayuda. Por el contrario, la alimentación emocional tiene el propósito fundamental de ayudarnos a calmar cualquier emoción negativa experimentada.

4. Consecuencias: Las consecuencias de un atracón son negativas; provoca emociones negativas y autodesprecio. Por el contrario, no suele haber consecuencias adversas de un episodio de alimentación emocional. De hecho, puede hacernos sentir mejor a corto plazo.

También está la situación de sentir ansiedad o miedo por creer que se puede perder el control frente a determinados alimentos. Pensar continuamente en comida o desear ciertos alimentos y temer que si tenemos acceso a ellos no podremos controlarnos no es ansiedad hacia la comida si llevamos tiempo restringiendo la cantidad de las comidas o nos las saltamos a pesar de tener hambre o incluso prohibiéndonos ciertos tipos de alimentos (carbohidratos, dulces ...). En este supuesto, probablemente es necesidad (hambre). Por esto es importante que tomemos conciencia de lo normalizado que está castigarse pasando hambre y el inmenso temor que tenemos a comer y engordar. Es curioso, si la obesidad se pudiese tratar restringiendo no sería, hoy en día, una enfermedad pandémica.