Temas y referencias
En muchas de las facetas que incluye la cultura se dan conceptos comunes sobre lo que hablan las diferentes formas de creación. Estos atraviesan nuestra existencia y responden a tendencias de una época concreta, así como a las múltiples preocupaciones sociales. Desde la representación religiosa, pasando por la fugacidad de la vida, la presencia humana y la relación con la naturaleza, a la convivencia con lo tecnológico o el deseo de trascendencia. Todos estos (y muchos más) configuran una serie de grandes temas que aparecen tanto en el arte contemporáneo como en cualquier otra rama, desde la literatura a la música. Ligado a ellos encontramos de manera recurrente otros elementos que adquieren un protagonismo propio. Puntos de partida y caminos que sirven para leer desde otras ópticas todo aquello que modela el arte contemporáneo.
El cuerpo es uno de los grandes conceptos. Un terreno que sirve como parapeto desde el que construir nuestra mirada. Es a la vez una referencia a nuestra condición humana, una alusión a la fragilidad de nuestro paso por el mundo y un campo de batalla desde el que reivindicar otras maneras de entender la vida. El cuerpo aparece representado, evocado y reconstruido, pero también cortado, herido, expuesto y confrontado. Desde lo performático, lo pictórico o lo escultórico funciona como una referencia común. Una pertenencia que todas poseemos y que identificamos desde su versión más estereotipada a la noción más amplia de diversidad.
El pasado diciembre, el Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo de Gasteiz inauguró una nueva exposición bajo el título “Helmets”, que podrá visitarse hasta el 2 de mayo. June Crespo (Iruñea, 1982) es la protagonista que está detrás de este proyecto. Crespo pasa por ser uno de los referentes escultóricos de su generación. Establecida ya como una creadora de gran madurez a pesar de su juventud, encarna la época actual de la escultura vasca, un concepto de gran peso que ha ido evolucionando durante las últimas décadas. “Helmets” es una gran oportunidad para acercarse a diferentes caras de la producción de esta artista. Si bien el material, la textura, el peso y la presencia adquieren una relevancia inapelable, existen hilos conductores que se asientan en líneas más conceptuales. De las piezas subyace un compromiso honesto en la relación artista-material. Una manera de trabajar que huye de la domesticación para permitir que cada elemento adquiera una voz propia. Este proceder no obliga, sino que más bien permite que todo funcione desde su propia identidad. El hormigón, el metal y el tejido coordinan sus voces para hablar a un mismo volumen, como un sonido que es a la vez único y polifónico. Aparecen referencias más figurativas como torsos y cavidades que nos remiten a elementos orgánicos casi seriados. En sala todo se relaciona y convive. Un recorrido que permite e invita a mirar dentro de espacios oscuros y prácticamente escondidos. Los pliegues que evidencian los procesos, los anclajes y las ataduras se asientan en la pared, el suelo e incluso la proyección. Los moldes de objetos reconocibles nos remiten al trabajo de taller, al proceso abierto que indaga desde la propia consciencia de hacer.
Por otro lado, la Sala Kubo Kutxa de Donostia inauguró en enero “Sin piel”, a cargo de Marina Núñez (Palencia, 1966). La exposición encara esta semana su recta final pues permanecerá abierta hasta el día 25. Núñez es una artista multidisciplinar conocida por el gran público por el desarrollo de instalaciones artísticas en la que lo tecnológico adquiere una presencia reseñable. La muestra cuenta con piezas de reciente creación y pone en relación conceptos como la idea de frontera e identidad, entendiendo la piel como una barrera que diferencia lo exterior y lo interior. La sala propone un recorrido en espiral que nos acompaña a ir atravesando diferentes órbitas, como una invitación a la inmersión del público visitante.