Javi Rivero
Cocinero
GASTROTEKA

¿El año del mazapán?

Y aquí seguimos de bacanal… ¡Esto es un no parar! ¡Que corran el vino, las gambas, el jamón y los turrones! ¡Que se note que es Navidad! No vaya a ser que alguien piense que no llenamos la mesa ni el buche, eh. Detrás, en la nevera, ahí al fondo, quedan lechugas, puerros y manzanas. Poco a poco asoma el pavo, pero sin prisa. Ya volverán esos tiempos en los que uno cena “ligero” y se preocupa de la dieta de toda una semana. Ahora, todos sabemos que, con haber salvado el día a día, es suficiente. Siendo este, el fin de semana que cierra las navidades, habrá que quedar para comer o cenar, ¿no? Así somos.

Si finalmente decidimos vernos con alguien este fin de semana o las semanas venideras y es en casa de alguien, sabemos que postre no nos va a faltar. Los fruteros de las cocinas, expositores ahora de turrones, mazapanes o caramelos de cabalgata, rebosan producto. También podemos referirnos a estos productos como monedas dulces. Todos hemos acudido a una invitación con un turrón o cualquier tipo de dulce navideño que a nosotros también nos han regalado. Y así es como se genera una economía, literalmente circular, en la que un turrón que ha salido de nuestra casa en enero, puede volver en marzo o incluso abril. Ya por vergüenza, tendemos a guardar estas “monedas” cuando llega la Semana Santa, apurando la excusa del frío (si es que realmente hace frío) para sacar a la mesa los últimos céntimos dulces. Mi pregunta es, ¿tanta gracia han perdido los dulces navideños?

La moda del turrón “con firma” ha venido y parece que durará unos pocos años. Este ha sido el año en el que chefs han puesto nombre y apellidos a nuevas elaboraciones de turrón. ¡Ya era hora de innovar con el turrón! El bueno de Rafa Gorrotxategi ya venia haciéndolo con recetas brillantes que nunca dejaré de recomendar, pero ¿qué pasa con el resto? ¿Nadie ha pensado en que un turrón ligeramente más ligero y con menos azúcar podría ser atractivo? Obviamente, sí. La industria lo ha pensado, pero ¿para qué tocar algo que ya funciona? Aquí entra la figura del Súper Chef. Nombres y apellidos con estrellas y soles apadrinan nuevas recetas de grandes elaboradores de turrones. El año pasado fue Daviz Muñoz el que presentó un roscón de reyes bastante punky. Este año lo primero que me he topado ha sido un turrón de frambuesa y violeta y otro de naranja y curry. Los dos del majestuoso Albert Adría (hermano de Ferrán). Sinceramente, sabiendo la mano que tienen estos monstruos de la cocina, me apetecen ambas elaboraciones. Otra opción es la de tunear nosotros mismos un roscón, por ejemplo. Animaos a comprar el rosco sin relleno, abridlo y rellenadlo con compota de manzana (densa), previamente mezclada con trocitos de nuez y pedacitos de manzana asada. Estaríamos frente a un rosco más ¿“local”? Sea como fuere, se trata de darle una vuelta a lo de siempre para que lo de siempre siga estando ahí. Si hablamos de que han perdido parte de gracia y atractivo, tendremos que volver a plantear algo, ¿no? Apuesto a que este 2022 es el año del mazapán. Con qué o cómo le daremos la vuelta, está todavía por ver.

Recuerdos. La Navidad tiene un ingrediente secreto que probablemente también esté en los mazapanes 8.0. Este ingrediente no es ni más ni menos que la suma de recuerdos asociados a un sabor concreto. Esto puede llegar a generar una fidelidad extrema hacia algunas recetas que provocan que en estas fechas parezca que viajáramos atrás en el tiempo. Simplemente por que siempre ha sido así y estas fechas saben a X en cada casa. Estas fechas marcan generaciones y sirven de termómetro para darnos cuenta de lo que teníamos antes y qué es lo que realmente tenemos ahora. Estamos en el punto en el que lo “random” es popular y atrae “likes” en las redes sociales. Por esto sigo apostando este año todo al mazapán. Lo que en un inicio fue necesidad, se convirtió en tradición, en cultura y ahora, en moda. Estamos en el punto en el que la Navidad es guay y el postureo se nota y gusta. El miedo que a mí me da es la velocidad con la que las modas pasan. ¿Nos terminaremos cansando del pudin de verduras, de las gambas cocidas o de su propio coctel? Familia, os confieso, que dentro de mí creo que esto será eterno. Seguiremos escuchando eso de “he visto una receta que os voy a preparar para una de las comidas o cenas de Navidad con la que vais a flipar”. Y con toda la buena intención del mundo, nos plantarán un “coctel de gambas” con lechuga en copa, salsa rosa y la gamba colgando en un lateral de la copa con complejo de fruta. Esto también es parte de la Navidad. Porque, seguramente, esta pequeña acción hará que nos acordemos de alguien, de algún momento concreto o de algo que nos volverá a sacar una sonrisa. Este ingrediente dura lo que dura la Navidad. Así que disfrutadlo también este último domingo navideño.

El bocado del mazapán. Retomando el tema del dulce y pensando en las navidades futuras, tema del que también se habla en las presentes, me centraré en el mazapán. Creo que un bocado tan “sencillo” y dulce lo tiene todo para triunfar. A lo mejor, ¿si buscamos formas un poco más actuales? No es fácil darle forma a un mazapán, ni tampoco innovar en una receta con tan pocos ingredientes, tan solo tiene tres (huevos, harina de almendra o almendra molida y azúcar). Decidme vosotros cómo le podemos dar la vuelta a algo con tan poco margen. Os doy una idea. En navidades, fechas en las que hacemos deporte por obligación moral, los mazapanes podrían sustituir cualquier barrita energética. Siendo casi la mitad de la receta azúcar y la otra mitad fruto seco, estaríamos frente a una barrita energética “natural” súper potente. Esto es tan solo una idea. ¿Qué tal un desayuno con mazapanes para empezar el día con energía? Se trata de darle la vuelta al contexto y buscar su momento óptimo de consumo. Es cierto que en una bandeja con turrones, polvorones, tartas, pasteles y caramelos, a mí lo que menos me apetece es un mazapán. Pero un vasito de leche caliente con un par de mazapanes para empezar un frío día de invierno ya es otra cosa. Por otro lado, está el nombre, que creo que no ayuda. Igual que el turrón duro no suena apetecible, la palabra mazapán suena a todo menos a goloso. Si me decís que el mazapán es el pan duro de ayer, me lo creo. No sabría darle la vuelta al nombre, pero desde luego que un poco de campaña a favor necesita. Yo sigo creyendo que este año terminarán saliendo “mazapancitos de chocolate”, de yogur con frutos rojos, rellenitos de crema, de caramelo y cardamomo… Este 2022, todo al mazapán.

Os iba a contar de dónde vienen y demás, pero prefiero haceros cómplices de mis ideas y daros una receta básica del bizcochillo del futuro con el que conquistaremos juntos las navidades:

Mazapán “grinch”: mezclar 200 gramos de harina de almendra con 200g de azúcar glace para que quede todo lo mejor integrado posible. Separamos la clara y la yema de un huevo, guardamos la yema en la nevera y batimos la clara unos segundos. Añadimos la clara a la mezcla y mezclamos bien. Guardamos la mezcla en la nevera una hora aproximadamente. Tiene que quedar una mezcla maleable a la que podamos dar forma. Para cuando empecemos a darle forma, tendremos el horno precalentado a 200º. Colocamos los mazapancitos en la bandeja del horno, con papel de horno para que no se peguen, pintamos con la yema de la nevera y horneamos a 200º unos 3-4 minutos con el grill a tope. Dejar enfriar bien y ¡listo! Lo dicho, probad a añadirle cardamomo en polvo con un poco de ese cariño navideño que todos tenemos y ¡que nos dure todo el año!

On egin familia!