Javi Rivero
Cocinero
GASTROTEKA

El apionabo está de moda

Feliz domingo familia! Os traigo un notición. El apionabo está de moda. Pero, ¿qué es un apionabo? ¿Es un apio? ¿Es un nabo? ¡No! ¡El apionabo es apionabo! Y punto. Se trata realmente de la “raíz” en forma de bulbo del apio, pero no del apio común que podamos tener por casa. Digamos que es el primo del pueblo que tiene el apio que conocemos, ese del que aprovechamos pencas y hojas para guisar y aromatizar caldos y sopas. He querido lanzar las preguntas así, para pediros ahora que volváis a leerlas como si fuerais fans de las películas de Superman. Si os ha hecho gracia, dadle otra oportunidad en vuestras cocinas. Digo esto porque históricamente no hemos sido muy amigos de esta verdura, pero ahora sí. ¡Porque está de moda! Pues eso que, volviendo a hablar de este primo feo del apio, deciros que se trataría del bulbo en forma redonda del que salen muchas raíces además de la penca. Estas se quitan para la comercialización de esta raíz. Lo del apellido “nabo” seguramente venga por la forma “hinchada” y “parecida”, en este caso redonda, que tiene.

Voy a empezar por deciros que se trata de una verdura que está brutal, tiene unas posibilidades exageradamente ricas y no es nada difícil de trabajar. Esta verdura, hasta ahora gran desconocida para la mayoría de los mortales que consumen poca verdura, resulta una guarnición brillante para cualquier alimento graso. Podríamos conseguir una textura parecida a la de una patata, pero con una acidez y frescura que enganchan. Ya os lo he dicho, estamos ante un tubérculo feo pero majo y que mola. Además, se lleva bien con casi todos los alimentos y tipos de elaboración, inclusive postres. El celery, porque también se llama así, es uno de esos todoterrenos de la cocina con los que llegar lejos y siempre rico.

Hablamos de una raíz de color marrón claro que puede llegar a pesar entre 0,5 y 1 kg aproximadamente, dependiendo del suelo, tiempo y tipo de apionabo que se cultive. Recibe también varios nombres, tales como “apio nabo”, “apio rábano”, “nabo feo” o “apio perilla”, entre otros. El nombre “celery” viene dado por los vecinos de arriba (Estado francés). Históricamente, como ya os he dicho,, no hemos sido muy amigos de esta verdura, pero en Europa del este y en casa de los vecinos que ya os he mencionado, sí que se han visto bastantes más recetas y elaboraciones en general, por lo que se puede entender que, aunque aquí no sea muy popular, sí lo es en el resto de Europa. Se dice que ya en la Edad Media se cultivaba en el norte del continente, teniendo su origen en el apio silvestre que crecía cerca de zonas pantanosas. Digamos que la domesticación de esta raíz ha evolucionado hasta el día de hoy, en el que se identifican varias especies para esta familia: iram, trellus, jose, globus, monarch… cada una con sus correspondientes características biológicas y, por supuesto, organolépticas (aroma, sabor, textura y apariencia).

Resistente y aromática. Tiene varios aspectos destacables. El primero es que se trata de una verdura con un aguante y potencial de conservación fuera de lo normal. Su dureza y su constitución acuosa, del 80% aproximadamente, le otorgan una durabilidad aproximada en una nevera convencional de 7-8 semanas. Obviamente mermará e irá perdiendo aromas. Estos aromas son otra gran virtud por la que destaca el apionabo. Organolépticamente puede asemejarse a una patata en cuanto a textura se refiere y al apio, perejil o perifolio a lo que el aroma responde. Estos olores y sabores también destacan por una acidez y frescura que muy pocas verduras aportan con la textura que tiene esta raíz. De verdad, si todavía no os he convencido de que el apionabo es mejor que la pera limonera, seguid leyendo porque os va a apetecer entrar a la cocina ya mismo.

Os dejo a continuación algunas propuestas para cocinar y disfrutar del apionabo pues, siendo un ingrediente relativamente nuevo para muchos, me parece una buena idea invitaros a que lo testeéis. Por si lo dudabais, os lanzo estas propuestas, ya que podréis encontrar ahora mismo apionabo en los mercados de vuestros pueblos. Así que, sin excusas, sabéis que ha llegado la hora de poneros el delantal e ir ordenando la cocina para extender la alfombra roja y entrar en la cocina por todo lo alto con uno, dos o tres bulbos de apionabo recién comprados. Esta raíz no se merece menos. Y vosotros tampoco.

Tres recetas. Voy con la primera propuesta. Para ello, necesitaréis lavar bien y pelar el apionabo. Tendréis que obtener láminas de la raíz utilizando el mismo pelador con el que lo habéis pelado. Vamos a freír a fuego vivo estas láminas poco a poco y sin dejar que doren demasiado. Obtendremos así unos chips de apionabo que aliñaremos con pimentón dulce, polvo de curry de madrás y sal marina. Ya tenéis un aperitivo, fácil, rápido y rico para picotear mientras seguimos cocinando. Obviamente, no hace falta que friaís un apionabo entero hecho láminas. Si decidís hacerlo, invitad a vuestros vecinos y hacedme el favor de hablarles sobre el apionabo (y mis artículos).

Iniciemos la segunda propuesta. Marmitako de salmón y apionabo. Estamos todavía en fechas en las que la primavera decide dar un paso atrás y helarnos hasta los huesos. Para ello, solo tendréis que sofreír abundante cebolla, zanahoria, pimiento verde y algo de ajo. Como 2 cebollas, 2 zanahorias, 1 pimiento y 3 dientes de ajo para un total de 4 personas. Esto se pocha hasta que quede caramelizado por completo. En este momento tenéis que añadir el apionabo cortado como si de una patata cascada se tratara. Rehogáis todo, unos 2 minutos, añadís una cayena picada, sal y una punta de cuchara de pimentón dulce. Calculad unos 10-12 pedazos de apionabo por cabeza. Cubrid con agua a ras y guisad hasta que el apionabo esté tierno. En este momento, añadid unos dados de salmón fresco y dejad reposar 4-5 minutos. Lo tenemos. A este plato solo le falta que esté yo en la mesa, sentado junto a vosotros para seguir repitiéndoos que ¡el apionabo es la leche!

Y hablando de leche, arrancamos con la última receta. No os lo he propuesto, pero podéis utilizarlo también para potenciar caldos y salsas. Pero, volviendo a la leche, probad a macerarlo en leche durante un día en la nevera y después asadlo a 180º en una bandeja de horno durante unos 30 minutos. Para ello, cortadlo en “medias lunas” o semiesferas. Algo tipo “patatas gajo”, pero grandes. Podéis añadir unos gajos de mantequilla entre medias para disfrutar de una de las mejores combinaciones que el apionabo pueda tener. Apionabo y mantequilla. Todo asado juntito. Esto es magia. Podéis disfrutar del apionabo tal cual, hecho crema, picado fino en crudo y aliñado después. Podéis escabecharlo, encurtirlo, madurarlo… las posibilidades son infinitas.

Por estos motivos, y porque he mencionado 25 veces el nombre “apionabo” en este artículo, este está de moda. Y como todo lo que está de moda, inspira, esperamos que otras verduras también puedan llegar a darnos todo lo que el apionabo nos está dando. El potencial está ahí, solo tenemos que encontrarlo.

On egin!