Iker Fidalgo
Crítico de arte
PANORAMIKA

Lenguajes y mensajes

Vivimos inmersos en la cultura visual. Nos relacionamos desde el acto de ver, aunque carecemos de las herramientas básicas para realizar una lectura crítica de las imágenes. Somos víctimas de un continuo bombardeo visual y nuestra percepción se ve constantemente interpelada por estímulos. La información, la publicidad, el ocio o el consumo son solo algunas de las áreas en las que el llamado ocularcentrismo despliega sus ejércitos. Con todo, el arte sigue siendo un espacio para la reflexión y el pensamiento. Un espacio en el que la importancia de lo poético y de su forma se encuentran al mismo nivel. Disciplinas como el diseño y la ilustración se han desarrollado en este equilibrio entre el contenido y la imagen, siendo responsables de muchas de las maneras que asumimos a día de hoy. Las dos exposiciones que reseñamos en esta entrega viven precisamente en ese espacio liminal entre la creación y la difusión. Lenguajes y mensajes que pertenecen a lugares diferentes pero que, sin embargo, encuentran un lugar común en el que convivir.

El pasado 8 de febrero, el Museo de Bellas Artes de Bilbo puso en marcha una exposición individual de uno de los nombres más conocidos del diseño gráfico. Milton Glaser (EEUU, 1929) emerge como protagonista de una muestra en torno a su dedicación al mundo del cartel publicitario en sus 60 años de carrera profesional. Famoso entre otras cosas por su conocido logotipo “I [love] NY”, es uno de los nombres más relevantes del ámbito de la publicidad. Se dedicó también al desarrollo de identidades corporativas e ilustración editorial. La exposición podrá visitarse hasta el 26 de junio y abarca una colección de 25 piezas donadas por un particular.

De entre todo su legado destaca el trabajo del diseño gráfico como herramienta no solo publicitaria, sino como vehículo para la trasmisión de mensajes e ideas. Si a priori una de las diferencias entre el diseño y el arte es que el primero tiene (o debe tener) una funcionalidad concreta, el recorrido de Milton Glaser hace en varios momentos que ambas realidades contacten difuminando las líneas que las separan. Estrategias visuales, compositivas y perceptivas que llevan este mundo hacia un lugar muy cercano al espectro de lo poético y la reflexión. Trabajos en torno a la ecología, el activismo, los derechos humanos o la lucha contra el SIDA son algunos de los caminos que recorrió desde su trabajo. Líneas que evidencian un compromiso con su propio tiempo y el ejercicio de una responsabilidad como creador. Glaser rompe con el estilo dominante de su época basado en resoluciones limpias y tipografías simples de carácter directo y conciso. Su apuesta por el protagonismo del dibujo y la imagen suponen un cambio en la manera de entender la imagen publicitaria y sientan las bases del desarrollo visual que llegará hasta nuestros días.

Sus piezas funden múltiples estilos y exploran resoluciones formales que revolucionan la disciplina. La pinacoteca bilbaina aprovecha además para volver a exhibir, como ya hiciera en el año 2015, el icónico cartel de Bob Dylan en el que el perfil negro del cantante es atrapado por una cabellera multicolor. Una de las joyas que encabezan la oportunidad de conocer de cerca el mundo creativo del autor norteamericano.

El Rincón de la Ilustración, que tiene lugar en el Centro Cultural de Aiete en Donostia, acoge cada tres meses el trabajo de un ilustrador o ilustradora que utiliza el espacio para mostrar parte de su producción. Hasta el 12 de junio podremos disfrutar del trabajo de Iñaki Landa (Portugalete, 1981), quien ha participado en múltiples exposiciones, desempeñando su labor en el mundo editorial y es habitual del tejido fanzinero de Euskal Herria. El trabajo de Landa está conformado por un imaginario propio muy reconocible. El uso de una figuración que se acerca a registros oníricos conforman piezas con un calado político que no pasa desapercibido. La creación de seres y personajes cuyo trazo nos hace sentirnos cerca del dibujo más tradicional en el que el gesto del artista no desaparece. Esta veracidad le acerca a un tipo de lenguaje visual muy accesible sin caer en lo simple. Cada pieza está trabajada desde diferentes capas de significado que nos permiten indagar y desgranar la complejidad de las composiciones. Mensajes directos plagados de detalles y connotaciones que ponen ante nuestra mirada el universo propio del artista vizcaino.