Iñaki Zaratiegi
reportaje

Charlie Watts, la locomotora de los Stones

Fallecido en el verano de 2021, a los 80 años, el batería Charlie Watts fue durante casi seis décadas columna vertebral de los Rolling Stones. En un segundo plano, observó desde su taburete las correrías escénicas de sus colegas, dotando a la “mayor banda de rock” de una rítmica de raíz jazzística. Dos libros lo rememoran, se ha editado la vieja grabación en directo “GRR Live!” y el incombustible grupo prepara nuevo disco, ahora sin el hermano mayor.

Getty images.
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En verano de 2007 los Rolling Stones presentaban en Europa la gira “A Bigger Bang”, que pasaba por el estadio Anoeta de Donostia, y convocaron a algunos reporteros para promocionarla. Ensayaban cerca de Bruselas y hubo lunch, visionado de un DVD del tour en Estados Unidos, ensayo en familia de cuatro canciones y un encuentro por separado con Mick Jagger-Ron Wood y Keith Richards-Charlie Watts.

Jagger se presentó y repasó la procedencia de los presentes: «a ver, tenemos Alemania, Francia, España, Italia... ¿un vasco?, ¿tenemos un vasco?». «Así es, ya nos conoces y pronuncias bien nuestra lengua”, se me ocurrió a botepronto.

Tópicos reales. «¿Cómo? Je, je, no pillo...». «Que en 2003 te escuchamos un impecable ‘Gabon, Bilbao! Azkenik hemen gaude!’ cuando retomasteis el concierto suspendido a última hora en el 98 por tu laringitis». «Ah, sí, cómo me agobié con aquella frase; me pasé la tarde ensayándola con una grabadora. Es que tenéis una lengua poco común en Europa…». Y se rio a carcajadas.

Quien cantara “Simpatía por el diablo” pareció la estrella más simpática del firmamento rock. Wood cumplía 60 años ese día y pespunteó a su colega con comentarios en clave de risa nerviosa, incluidas sus bromas sobre Van Morrison, artista invitado en su concierto belga de arranque de gira.

En la segunda tanda del encuentro, Richards estuvo socarrón («¿que si moriremos en escena? Estar muerto sería un serio hándicap para seguir en este grupo») y recordó jocosamente al maestro del jazz Count Basie para explicar la fidelidad entre músicos.

Era la ocasión de sacar de su ostracismo bajo una media sonrisa al imperturbable Watts. «¿Cómo está mi grupo jazz? Estos Rolling de hoy son como una banda jazz…», fue casi su única frase. Así que los tópicos que arrastran los Stones parecieron reales en la distancia corta. Mick, dicharachero diplomático. Keith, guasón. Ron, travieso. Y Charlie, reservado observador.

Portadas de singles de los Rolling Stones.

Charlie is my darling. A comienzos de agosto de 2021 se anunció que, por problemas de salud, el batería Charlie Roberts Watts no se reincorporaba a la gira “No Filter”, suspendida en la pandemia. Pero, sorpresivamente, falleció el 24 de ese mismo mes. No sobrevivió a una operación, debido quizás a la reproducción de un viejo cáncer. Solo había faltado a una cita laboral en 57 años, en 1964 y por equivocarse de fecha.

Nacido en Londres en junio de 1941, acababa de cumplir 80 años, era el stone de mayor edad y había pasado casi 60 años en la trasera de la brillante historia del grupo. En 1969 había fallecido el cofundador del conjunto Brian Jones.

Tras su muerte, se reivindicó su papel como eficaz motor rítmico recordando opiniones como la de Keith: «Sin Charlie no habrían existido los Stones». Y volvió la vieja pregunta: ¿cómo pudo ser locomotora de “la banda más grande del rock” un batero discreto y poco gimnástico con sus baquetas y pedales? Porque el “acaso más incomprendido baterista de la historia del rock” (según su biógrafo Mike Edison) fue un aporreador muy swing y jazz y sin grandilocuencias.

Watts fue sustituido por el neoyorquino Steve Jordan, coproductor de los The X-Pensive Winos de Keith Richards, y los Rolling continuaron en gira. Le homenajearon en el festivo video “Living in the Heart of Love”, que finaliza con la frase en el cielo “Charlie is my darling” (“Charlie es mi favorito”), título de un temprano documental del grupo.

En su última gira con el grupo en julio de 2019 en Houston. Fotografías: Cordeiro

Biografías. Abundantes han sido los análisis sobre los Rolling como conjunto e individualmente. Keith publicó “Vida”. Ron, “Ronnie Wood: Artist”. El bajista Bill Wyman, “Rolling with the Stones. 40 años de gira” y “Stone Alone: The Story of a Rock 'n' Roll Band”. Mick escribió la suya en los 80, pero decidió no publicarla.

En honor a su discreción parece que Watts no dejó nada escrito y ha sido el menos estudiado del grupo. En 2014, el especialista Alan Clayson lo biografió en su saga sobre los miembros de la banda. Después de morir salió “The Biography of Charlie Watts: All you need to know about Rolling Stones drummer who died at 80”, de Jenny P Moore.

En el final de 2022 han coincidido dos aproximaciones a su personalidad traducidas al castellano. La novedad, “Charlie’s Good Tonight. Su vida, su tiempo y los Rolling Stones”, de Paul Sexton, en Harper Collins. Y “Simpatía por el batería. ¿Por qué importa Charlie Watts?”, de Mike Edison, de 2019 y con un final actualizado, en Libros del Kultrum.

La primera es una biografía “oficial y autorizada”, elaborada con el propio Watts, con prólogos de cortesía de Jagger, Richards y el primer manager de los Rolling Andrew Loog Oldhan. Describe multitud de anécdotas y reseña opiniones de familiares, amigos y compañeros. La segunda es más desenfadada y crítica y desmenuza el mundo del pop-rock y el de las baterías.

Sexton insiste en que su biografiado vivió a leguas del exhibicionismo y andanzas alteradas de sus colegas. Jagger subraya que «era inteligente y nunca levantaba la voz, pero podía ser muy directo y decir lo que pensaba (...) una persona muy tranquila, pero con un gran sentido del humor, nos reíamos sin parar». Richards apunta que «tenía un humor muy irónico y sutil (...) no tenía doblez, no había trampa ni cartón. El tío más auténtico que he conocido».

Watts viajaba en limusina con chofer y fue un pulcro gentleman, impecable en su colección de trajes (Keith Richards le llegó a lanzar: «¿por qué no te casas con un sastre?») y zapatos a medida; su zapatero recuerda que le fabricó unos ochenta pares.

También fue un obsesivo detallista en su trabajo: mejor no tocar un pelo de su instrumento. Su primitiva profesión de diseñador gráfico y publicista le sirvió para dirigir el capítulo visual de un grupo que se convirtió en el mayor espectáculo musical de estadio.

Posando en Nueva York, en mayo 1978. Fotografía: M.Putland

Caprichos de rico. Watts nació en un barrio humilde de Londres, hijo de camionero y ama de casa. A causa de la destrucción por los bombardeos alemanes de la Segunda Guerra Mundial, residieron en una vivienda prefabricada. Se casó con Shirley Ann Shepherd, especialista en escultura, casi a la vez que se unió a los Rolling. Tuvieron una hija y una nieta y Shirley falleció el pasado diciembre, a los 84 años.

Las trayectorias privada y laboral del batería fueron dos muestras de estabilidad. La segunda pareció más contradictoria ya que, según sus biógrafos, odiaba salir de gira, excepto cuando le acompañaba su familia, pero se pasó buena parte de su vida actuando por el mundo.

El minucioso percusionista es considerado el “más culto” de los Rolling. Era un buen especialista en jazz y Jagger ha subrayado que tenía gustos musicales variados, incluida la clásica (o los Sex Pistols, a quienes siempre reconoció). Su biógrafo Sexton apunta que el jazz y las artes plásticas fueron «sus dos grandes pasiones» (además del críquet) y acumuló cuadernos de dibujos realizados en las giras. En aquella visita vasca de los Rolling en 1998, en la que no pudieron actuar, aprovechó para visitar el Guggenheim.

Fuera de la música, sus actividades “culturales” fueron algo extravagantes y Sexton dice que «su apetito coleccionista era voraz». El matrimonio rotó por mansiones históricas con amplios terrenos y poseyó una yeguada de fama mundial con casi 300 caballos árabes, aunque Watts nunca se subió a uno. Shirley presidió la Sociedad Border Collie y acumularon hasta dieciocho perros. Entre los gustos de coleccionista de Charlie hubo primeras ediciones de libros, cuberterías y vajillas, discos, fotos, coches viejos y de lujo (“capricho de rico” en sus propias palabras porque no conducía), baterías antiguas o recuerdos de la Guerra Civil norteamericana, especialmente armas, o del vicealmirante Horatio Nelson, héroe de Trafalgar.

Según contó el biógrafo Claysson a la revista “Ruta 66”, «Charlie era un conocedor de los cerdos de mármol italianos. Él y su esposa se convirtieron en un espectáculo cotidiano, sin ser molestados por los cazadores de autógrafos y, lo que es peor, en fiestas, muestras de perros pastores y demás eventos parroquiales en los que no se calculaba que sucediera mucha cosa». El propio músico dejó caer: «vivo como un terrateniente victoriano (…) debería haber nacido en 1810». Todo un contraste con su proclama «los Rolling son mi vida».

Mick Jagger y Charlie Watts con el logo de los Rolling Stones detrás. Fotografía: Getty Images

Problemas. Pasó su mayor bache vital en los 80, época en la que se sucedieron las muertes de su padre a los 60 años, de su colega Keith Moon (de los Who) y de su amigo Ian Stewart, (“sexto stone” colaborador del grupo desde sus inicios), la expulsión de su hija por drogas de un elitista internado y el ingreso de su mujer en un centro de desintoxicación de alcoholismo.

Esas presiones pudieron estar tras su dependencia de la heroína y el alcohol durante unos dos años, que superó con esfuerzo individual, vegetarianismo y organizando la big band Charlie Watts Orchestra. Años después comentaría que «fue una crisis de mediana edad. Me convertí totalmente en otra persona hacia 1983 y salí de aquello en 1986. Perdí casi a mi mujer por culpa de mi comportamiento».

En 2004 pasó por un cáncer de garganta, pero pudo colaborar en el nuevo disco de su banda, “A Bigger Bang”, con Richards y Jagger compartiendo maquetas de las grabaciones a pie de cama, y la radioterapia le curó.

El baterista de los Rolling Stones, Charlie Watts, se presenta con la banda The ABC & D of Boogie Woogie, durante un concierto en Herisau (Suiza). No fue su último álbum, tampoco su último concierto. El enamoramiento del público con la banda no hizo sino incrementarse en el transcurso de una década. Charlie pasó de ser un hierático baterista, a ser la figura más querida del escenario, con momento propio en cada intermedio cuando Jagger regresaba al blues que los hermanó en 1963.

All that Jazz. Premonitoriamente bautizado (como su abuelo) con el nombre de los platillos de percusión charles, Watts fue un precoz entusiasta del jazz y tuvo una batería de segunda mano a los 14 años. Autodidacta, aprendió escuchando discos y conciertos y admiró la herencia del otro lado del Océano: las big bands de los años 30 (Louis Armstrong) y baterías como Papa Joe Jones, Philly Jo Jones, Roy Haynes, Davie Tough, Max Roach, Tony Williams... En 1960 escribió como trabajo de clase en la escuela de arte el libro para niños “Oda a un pájaro de altos vuelos” sobre el revolucionario saxofonista Charlie Parker.

A finales de los 50 se bregó con el grupo Jo Jones Seven y asumió la novedad del rhythm and blues: «Cuando me pidieron que lo tocara, no sabía qué era. Pensé que se refería a Parker, así que toqué lento». Colaboró con el cantante Alexis Korner y sus Blues Incorporated hasta que en 1963 se integró en los Rolling Stones. Fue el último en llegar al grupo y, junto a Jagger y Richards, nunca lo dejó.

En la explosión pop británica de los 60 se codeó con colegas de oficio como el beatle Ringo Starr, Dave Clark o Ginger Baker. El mentado Keith Moon inauguraría una saga de espectacular mastodontismo batero que proseguiría en parte con John Bonham (Led Zeppelin) o Ian Pace (Deep Purple). Charlie era diferente: estaba en el rock, pero sobre todo en el roll. Su primera incursión en el jazz puro fue en 1966 supervisando a la londinense The People Band. Y, cuando pudo eludir la disciplina rolling, colaboró con iniciativas como Rocket 88 (boogie-blues) o en 1985 lanzó la comentada big band.

En 1991 se reeditó su libro sobre Charlie Parker junto al mini álbum “From One Charlie”, grabado con su propio Charlie Watts Quintet, con el que giró por el mundo y grabó en directo “A Tribute to Charlie Parker with Strings” y en 1993, “Warm and Tender”. Actuó con la formación The ABC & D Of Boogie Woogie, grabó varios discos autónomos y protagonizó colaboraciones jazzeras, de blues y rock.

Motor rítmico. Dicen sus cronistas que el “metrónomo stone” no se consideraba un buen instrumentista, pero tenía un estilo muy preciso, fuerza en los redobles y una particular forma de usar la síncopa o juego de tiempos rítmicos. Se ha resaltado que su batería es predominantemente protagonista en toda la discografía Rolling.

Richards escribió que «de no haber sido por Charlie, no habría seguido aprendiendo y creciendo. Toca con mucha personalidad y sutileza, puede tocar lo que haga falta con la mínima batería clásica. Puede ser un equipo sin pretensiones, pero suena de fábula». Bill Wyman resaltó que Watts «tocaba con una batería de siete elementos, todos los demás tocaban con treinta, dobles bombos y montones de cacharros». Y el propio protagonista decía: «no me gusta hacer solos de batería y punto. Yo no escucho cosas así».

El efectivo golpeteo de sus baquetas contra el tambor tom protagonizó la línea rítmica de los Stones en treinta álbumes de estudio, veintinueve recopilatorios y veintiocho grabaciones en directo. Siempre en un eficaz segundo plano, apenas roto por momentos de cierto protagonismo y concentrando su mundo sónico tras una mampara de plástico transparente, al estilo de muchos baterías de jazz. El casi hierático músico explicó en sus inicios: «doy la impresión de estar aburrido, pero lo que pasa es que tengo una cara increíblemente aburrida».

Con una sólida mano derecha y una baqueta izquierda ladeada, solía tocar con los palillos agarrados por la mitad o entre los dedos, al estilo jazz. «No era súper técnico, pero sí muy versátil, y cuando conseguía dominar un ritmo nuevo, se emocionaba con él», cuenta Jagger.

Su biógrafo Edison opina que «encontró espacio para respirar en una música que apenas disponía de espacio para ello. Moduló el tempo a su antojo y mientras otros hacían estallar sus baterías en pos de una neurótica pirotecnia más efectista para un público cada vez más esclavo del espectáculo, él se aplicó en su modesto instrumental con suma delicadeza y humildad, y elevó el ritmo a lo más alto del altar, cediendo el protagonismo al cantante y guitarrista (…) pasó de custodiar las esencias rítmicas del grupo a erigirse en chamán y maestro de ceremonias».

El batería, en una sesión de fotos en la década del 2000. Fotografía: Ian Davis,

Es solo rock and roll. Parece que el viejo Charlie vivió un privilegiado individualismo y no se interesó mucho por el colectivo humano. Llegó a declarar que «disfruto más de la compañía de perros que de la de los seres humanos. No es que aborrezca a mis congéneres, pero no se me da bien relacionarme con ellos. Pasado un rato, les parezco un hombrecillo insoportable».

No se sabe en consecuencia si coincidió con el lúcido desparpajo de sus colegas Jagger/Richards cuando en 1966 relataron en “Mother´s Little Helper” la “tragedia” de las amas de casa empastilladas de Valium. O con la enfadada visión anti sistema de “Satisfaction”. O cuando se unieron a la insurrección juvenil de 1968 con “Street Fighting Man”. ¿Participaba de la misoginia y sexismo del grupo, con numeritos como actuar en los 70 flanqueados por un gigante falo hinchado? El círculo de amistades destaca su generosidad, actitud que no parece tuvo inclinación social y ni siquiera altruísta sino que fue más bien un gusto por regalar (y recibir) objetos caros.

Nadie le podrá negar en todo caso que durante más de medio siglo ha ayudado a millones de sus congéneres a disfrutar de la contagiosa alegría de sus redobles. A contracorriente de lógicas biológicas, aguantó en escena hasta llegar a octogenario y sus colegas, hace tiempo abuelos, siguen dando rítmica vitalidad a la humanidad, ya sin el hermano mayor.

Este invierno los Rolling Stones han editado “GRR Live!”, álbum grabado en directo en Estados Unidos durante la gira de su 50º aniversario, con invitados, y celebrado el 2 de febrero con un concierto online. Y trabajan en un nuevo disco de estudio que incluirá grabaciones que realizaron con su colega, el “martillo de Wembley”.

«Es sólo rock and roll», cantaron en su día y hasta la estrofa de una canción o un solo de guitarra pueden ser bailables, pero el percusionista de la mayor banda universal de rock evidenció que la batería es el mejor instrumento para mover a la gente. Sus biógrafos lo han descrito como «una persona maravillosa (…) divertido, generoso y con un gran gusto (…) con un corazón gigante» y «un ser humano singular que contribuyó a mejorar el mundo en el que vivió». O al menos a hacerlo más llevadero.