Mikel Insausti
Crítico cinematográfico
CINE

«Empire of Light»

A veces da la impresión de que quienes traducen los títulos en las distribuidoras no se han visto las películas, porque de lo contrario no se explica que en la versión doblada la nueva realización de Sam Mendes se vaya a titular “El imperio de la luz”. Así de literal, cuando el termino ‘Empire’ no se puede traducir por la sencilla razón de que corresponde al nombre de la sala de cine en la cual transcurre la acción. La historia del Empire es para Mendes como la de Cinema Paradiso para Tornatore y, aunque se creía que Peter Bogdanovic había acabado con los homenajes a las salas de proyección con su terminal “The Last Picture Show” (1971), lo cierto es que se ha convertido en un subgénero en alza, y la mayoría de autores cinematográficos desean hacer su particular oda a la manera analógica de ver el cine, cada vez más despegada de la realidad y, por lo tanto, elevada a la categoría de mito.

Al británico Sam Mendes se le supone suficiente prestigio como para poderse permitir el lujo de hacer una película de estas, con toda su inevitable carga nostálgica que toca la vena sensible o el punto débil de la parroquia cinéfila. No fue así siempre, porque en un principio su paso del teatro al cine fue mirado con lupa, que es lo que se suele hacer con quienes se han formado dirigiendo montajes escénicos. Todas las posibles dudas o reticencias quedaron disipadas gracias a su premiada ópera prima, ya que “American Beauty” (1999) se hizo con cinco premios Óscar, tres Globos de Oro y seis Bafta. Su mirada extranjera funcionó a las mil maravillas en una profunda y acertada disección de la familia estadounidense de las zonas residenciales, que si en su momento resultó controvertida, ahora tal vez lo sea aún más debido al protagonismo de Kevin Spacey.

Y siguió en esa misma línea con “Jarhead” (2005) en la que, a cuenta de la llamada Guerra del Golfo, aprovechó para criticar la belicista política exterior de EEUU y a su Ejército. De su relación sentimental con la actriz Kate Winslet surgió “Revolutionary Road” (2008), un drama de pareja en el que tenía a Leonardo DiCaprio como compañero. También tuvo oportunidad de dirigir al actor John Krasinski, después consagrado como director, en “Un lugar en el mundo” (2009). Al aceptar dos encargos de EON para firmar sendas aventuras bondianas en “Skyfall” (2012) y “Spectre” (2015), volvieron a surgir las voces en contra de su trabajo, acalladas de golpe con la magistral “1917” (2019), rodada en un único e interminable plano-secuencia que transportaba a la audiencia a las trincheras de la Primera Guerra Mundial en una experiencia inmersiva.

A cada cual “Empire of Light” (2022) le tocará o no le tocará de distinta manera, pero a este cronista le llega muy a fondo, pues las carteleras que lucen en el Empire son de películas estrenadas al comienzo de la década de los 80, entre el año 1980 y 1981, por coincidir con el inicio de su actividad profesional, y también con su actividad en cine-clubs que las incluían en su programación. Están marcadas a fuego en el recuerdo “El hombre elefante”, “All That Jazz”, “Bienvenido, Mr. Chance”, “The Blues Brothers” o “Toro salvaje”, además de “Cómo eliminar a su jefe” y “Gregory’s Girl”.

Sin embargo, Mendes pone su atención en “Carros de fuego”, porque era una oscarizada producción británica. El orgullo del dueño del Empire es conseguir su estreno, pasando por encima de la gran cadena de distribución inglesa Odeon. Es una de las tantas anécdotas que se suceden en esta localidad costera de Kent, en medio de las protestas y concentraciones “mods” de Brighton contra Margaret Thatcher y el National Front.

Mendes ha querido contarlo a través del personal del Empire, porque las plantillas de los cines, al igual que las de las tiendas de discos o las librerías, siempre han estado compuestas por gente especial enamorada de su trabajo. Muy entrañable es la gerente y taquillera que compone Olivia Colman, al igual que el viejo proyeccionista interpretado por Toby Jones.