Mikel Insausti
Crítico cinematográfico
CINE

«Syk pike»

El cine nórdico es uno de los que más sátiras mordaces sobre nuestra sociedad actual está generando y, aunque el sueco Ruben Östlund sea punta de lanza, en Noruega no se quedan atrás, y allí Kristoffer Borgli es el último en incorporarse a esta corriente con “Syk pike” (2022), distribuida internacionalmente con el título de “Sick of Myself” (Enferma de mí misma). Presentada con éxito en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes, obtuvo en la Seminci de Valladolid el premio Punto de Encuentro y una Mención Especial del Jurado Joven. Lo curioso es que también ha participado en diversos festivales de cine fantástico y de terror, dada su temática relativa a una psicopatía y el empleo de efectos de maquillaje diseñados por Izzi Galindo, que deforma el rostro de la protagonista hasta dotarle de una monstruosidad cercana a la imagen del Vengador Tóxico de la Troma. No es de extrañar que para su primer rodaje anglosajón haya sido fichado por la compañía independiente de terror autoral A24, y la gran noticia es que “Dream Scenario” (2023) estará protagonizada por nada menos que Nicolas Cage, y será, cómo no, una comedia de horror.

Sin embargo, Borgli empezó explorando la relación entre el arte y el humor, algo que también está muy presente en su ópera-prima de ficción “Syk pike” (2022). Lo hizo con el falso documental “Drib” (2017), en torno al artista exiliado iraní Amir Asgharnejad, y que, afincado en Noruega, es seguidor de la comicidad provocadora del cómico maldito Andy Kaufman. En su primera incursión ficcional la actividad artística se vuelve a manifestar a través de la pareja de la antiheroína del relato, la cual convive con un creador conceptual que hace montajes e instalaciones a partir de los muebles y objetos que roban en tiendas de lujo, del mismo modo que se van sin pagar en restaurantes caros. Pero ese entendimiento en la rebeldía social comienza a romperse a medida que él empieza a exponer y tener éxito.

No, no se debe a que Signe esté en contra de la comercialización de sus obras por parte de su compañero Thomas, sino a que siente unos celos patológicos, porque ella también quiere ser famosa. La actriz noruega Kristine Kujath Thorp, a la que descubrimos gracias a “Ninja Baby” (2021), encarna a una narcisista enfermiza capaz de todo con tal de tener seguidores en las redes sociales. La película habla en todo momento, y de manera muy clara, de un mal, de una enfermedad de nuestro tiempo, que puede llegar a destruir a las personas en su dependencia mediática.

Y el tortuoso camino hacia el reconocimiento público elegido por Signe es, precisamente, el de la autodestrucción. La espiral degenerativa en la que se verá envuelta tiene su origen en un simple incidente ocurrido en el café y despacho de pan donde trabaja como dependienta cuando, al ir a atender a una clienta a la que ha mordido un perro, se mancha de sangre. Entonces descubre que mediante el dolor puede despertar la compasión, llamando la atención de los demás.

A raíz de su descubrimiento se embarca en la automedicación, con un tratamiento experimental tomando un fármaco ilegal ruso, que le provoca una sintomatología secundaria con efectos cutáneos muy peligrosos. El resultado es una deformación de su cara, que le hará tener que cubrirse la piel con vendajes.

A Signe no le importa convertirse en un monstruo con tal de conseguir cierto eco mediático, y que la gente se vuelva a mirarla en la calle. Claro que todo ese eco lo obtiene a través del feísmo y la repulsión, siendo como la versión femenina del Hombre Elefante, pero no por causas naturales, sino mediante una enfermedad elegida.

En realidad “Syk pike” (2022) traza una sátira y una caricatura deprimentes del trastorno mental derivado del culto desmedido a la imagen, y parte de la realidad existente en torno a las llamadas operaciones de estética, de las que resultan transformaciones anti-natura que imponen modelos faciales grotescos.