Polifonía
László Moholy-Nagy es uno de los artistas más reconocidos del pasado siglo XX. A su polifacética dedicación como fotógrafo, escultor, pintor o escenógrafo, conviene añadirle su labor como docente desempeñada en la Escuela Bauhaus, fundada por Walter Gropius en Alemania en 1919. La Bauhaus fue una de las escuelas de arte más famosas de la historia y representó el deseo de reconstrucción de la sociedad tras la Primera Guerra Mundial. Dentro de su interés por la escultura y la arquitectura, Moholy-Nagy afirmaba que la creación espacial es la creación de relaciones entre la posición de los cuerpos. De esta cita podemos entender que el trabajo del arte sobre el espacio va más allá de los objetos y las piezas como una mera representación y que incluye la capacidad de dialogar entre ellas como uno de sus puntos fuertes. Esta posibilidad es tenida en cuenta por diferentes capas del arte contemporáneo. Desde las piezas “site-specific” creadas para un lugar concreto, al comisariado de exposiciones que construye su discurso en torno a los posibles lazos que puedan crearse entre las obras y el espacio expositivo.
La cuestión relacional es básica para la consecución de un sentido coherente y completo. Las exposiciones que reseñamos hoy tienen en común formar parte de un todo compuesto por varias voces. La colectividad entendida como una manera de producir, pero también de proponer ser vistos por el público. Constituir formas de presentación conjunta de diferentes trabajos que acaban por conformar un único cuerpo. Un mismo escenario que funciona como una totalidad que a su vez permite el desarrollo independiente de cada una de sus partes.
La Galería de Arte Juan Manuel Lumbreras de Bilbo inauguró a finales de abril una exposición a cargo de los artistas Fernando y Vicente Roscubas (Palma de Mallorca, 1953). Ligados al contexto vasco desde su infancia, esta pareja creativa formada por dos hermanos gemelos nos presenta hasta el 2 de junio su propuesta “De lo perceptual a lo absoluto”. Los hermanos Roscubas pertenecen a una generación muy marcada por el nacimiento de una nueva identidad basada en la influencia de Jorge Oteiza y la escultura. A pesar de eso, caminaron por otros derroteros más cercanos al expresionismo abstracto y al arte pop. Las obras que encontramos en la galería bilbaina no pretenden realizar un camino retrospectivo por su trayectoria. Hay piezas de realización reciente junto con creaciones de años anteriores. Esculturas, composiciones digitales y collages, son varios de los ingredientes que marcan el recorrido de la muestra. Su vinculación con la cultura popular nos hace encontrar rostros reconocibles, imágenes cercanas a lo publicitario e incluso acabados cercanos al diseño, al humor gráfico o a la ilustración. Un gran ciempiés de color negro brillante, realizado en fibra de vidrio, o un futbolín con los jugadores suspendidos en el aire son algunos de los trabajos protagonistas. En todos ellos parecen existir rasgos humorísticos. Juegos irónicos que sin pecar de obviedad nos activan ciertos estados de alerta que nos acompañarán durante la visita.
A finales de abril, el Espacio Marzana de Bilbo inauguró una exposición colectiva bajo el título “B612”. Una alusión a un pasaje de “El Principito” en el que se habla sobre el asteroide B612, de donde proviene el protagonista de la obra. Bajo este paraguas de pertenencia a un lugar, se ha reunido un elenco conformado por doce nombres que comparten el espacio de la galería hasta el día 9 de junio. Alfredo Álvarez Plágaro, Ana Román, Arancha Goyeneche, Edu López, Eduardo Sourrouille, Elena Goñi, Fermín, Moreno, Fernando Renes, Joseba Eskubi, Marta Serna, Miriam Ocariz y Zaloa Ipiña despliegan sus piezas, la mayoría en soporte papel, planteando un paisaje plagado de estímulos de diversa índole. Diferentes técnicas, formalizaciones y resoluciones para un programa que además contará con la colaboración de María López.