La experiencia es la base del aprendizaje. La puesta en práctica de diferentes estrategias nos ayuda a abordar problemas que resolver. En ocasiones, los caminos elegidos no son los correctos pero retrocedemos y volvemos a enfrentarnos sabiendo de antemano, aquellas fórmulas que nos sirvieron. En el arte, como en la vida, cada nueva etapa se nutre de todo lo vivido anteriormente. La vivencia se convierte en recurso y nos acompaña para afrontar cada nueva situación. Como si de una caja de herramientas se tratara, completamos los compartimentos y los llenamos de todo aquello que podrá servirnos en un futuro, guardando a buen recaudo cada elemento. A fin de cuentas, puede que todo se trate de una búsqueda. El intento de encontrar una hoja de ruta que nos establezca las coordenadas sobre las que guiar nuestro recorrido vital.

El arte funciona a veces como una manera de entender todo esto. Procesos que se inician para conseguir un objetivo concreto y que, durante su desarrollo, reconducen su dirección, sabedores de que lo interesante sucede en el trayecto y no en la meta. Es este el motivo por el que traemos a nuestro artículo de hoy una reseña sobre la exposición de Pablo Palazuelo (Madrid 1915-2007) en el Museo Universidad de Navarra, en Iruñea.

Palazuelo fue un pintor y escultor que pocos años antes de su muerte recibió el reconocimiento del Premio Velázquez. El autor, es uno de los referentes de la abstracción en el Estado español y concretamente de la abstracción geométrica, corriente mundialmente conocida por nombres como Kandinsky o Mondrian. Hasta el próximo día 3 de septiembre está disponible esta muestra que bajo el título “Método Geométrico” pretende indagar no únicamente en los resultados de su trabajo sino en su metodología y proceso creativo. Para abordar este planteamiento, el comisario Gonzalo Sotelo, se sirve de 130 pinturas, esculturas y obra gráfica, así como bibliografía y documentación. La colaboración entre el propio museo y la fundación que custodia el legado del artista propicia, además, la exhibición de piezas no mostradas hasta ahora.

Ya en sala, el planteamiento espacial nos permite acercarnos a mucha de la documentación presentada en relación a obras acabadas. Una puesta en escena llena de elementos pero sin embargo, diáfana y equilibrada, nos insta a entretejer relaciones entre las pinturas de gran formato, apuntes del propio artista, esculturas y vitrinas. La pared y el suelo, de gris oscuro, permiten que la gama cromática de las telas y el diseño lumínico ordene la gran cantidad de elementos que encontramos en nuestra visita. La exposición, una de las apuestas del museo para el periodo veraniego, es una oportunidad para acercarnos a la figura de este artista y poder leer de cerca la manera de relacionarse con su creación.