Unai Jorge Fernandez - Salto Training
KIROLA

Barefoot y calzado minimalista

Los dedos de los pies y los pies en su conjunto son el nexo de unión entre el cuerpo y el suelo. Los pies se encargan de transmitir y absorber las fuerzas del cuerpo para poder interactuar y efectuar las acciones del día a día. Comparando el final de las extremidades (manos y pies), observaremos que la habilidad y destreza que tenemos con las manos, es impensable disponerla en los pies, los dedos de las manos son completamente independientes, tienen fuerza e independencia entre sí. Lo ideal sería que los pies se asemejarán a las manos. Además, los pies, los protegemos constantemente con calzado, a diferencia de las manos. Pero, ¿es adecuada la armadura con la que dotamos a nuestros guerreros los pies para luchar en las labores del día a día? He ahí el quid de la cuestión.

Si observamos un zapato clásico, con punta de aguja y tacón, nos daremos cuenta de que no respeta la anatomía de nuestro pie. La puntera aplasta los dedos entre sí, comprimiéndolos. Además, ese tacón conllevará una recolocación de las articulaciones adyacentes como tobillos, rodillas, cadera y, por tanto, recolocando hasta la espalda e incluso la cabeza… vamos, que el hecho de utilizar un calzado “elegante”, puede cambiar por completo la funcionalidad de mi cuerpo generando muchos problemas, como los juanetes, dedos en garra, durezas y callos, fascitis plantar, neuroma de Morton, mala circulación, dolores de espalda…

Las modas y los malos hábitos cambian la estructura y funcionalidad de nuestros pies desde niños hasta adultos. Por ello, en la actualidad, está de moda el barefoot (realizar las acciones del día a día descalzo) y el calzado minimalista (un calzado que respeta la anatomía de los pies). La transición al barefoot o al minimalismo debe ser progresiva, ya que las estructuras deben entrenarse (estar descalzo cada vez más tiempo, utilizar separadores de dedos, realizar ejercicios específicos…). Este calzado debe reunir tres principales criterios. Uno, debe ser ancho, dejando sitio a los dedos para moverse. Dos, debe ser flexible y maleable, dejando al pie articular y relacionarse con el entorno. Tres, debe tener poco drop (poca diferencia de altura entre la punta del pie y el talón).