Laura Díez
PANORAMIKA

Hilando

La exposición «Pliegues», de la artista donostiarra Xare Álvarez, se puede visitar  en el Museo San Telmo hasta el 25 de agosto.
La exposición «Pliegues», de la artista donostiarra Xare Álvarez, se puede visitar en el Museo San Telmo hasta el 25 de agosto. (Idoia Unzurrunzaga Llach)

Lo ligero, lo maleable, lo flexible y lo mutable son características de una obra sensorial que conecta con el espacio que la acoge. Las formas surgen de la investigación sobre los límites del material y la forma en la que se dispone; sombras, movimientos, caídas y tensiones entran en juego para plantear unas obras que oscilan entre lo geométrico y lo orgánico y que, de manera muy pulcra, remiten al cuerpo, a lo vegetal y a lo doméstico.

El Museo San Telmo de Donostia acoge la exposición “Pliegues”, de la artista Xare Álvarez Berakoetxea (Donostia, 1990), hasta el 25 de agosto. Esta muestra forma parte del programa “Artea Abian”, una iniciativa que facilita la realización de una primera exposición individual en un espacio museístico. La artista utiliza el concepto de pliegue tanto de manera literal como metafórica para explorar cómo nuestras experiencias y recuerdos se entrelazan y se transforman con el tiempo.

En el 2023, ya pudimos ver su trabajo “Nudo, Urdimbre, Hilván” en la galería La taller de Bilbo y, en esta ocasión, Xare Álvarez presenta su nueva obra realizada durante el presente año. La artista trabaja combinando materiales blandos como telas y cuerdas con el aluminio de las esculturas que realiza a partir de moldes. Las fibras de los tejidos y la línea pura de sus dibujos son el hilo conductor de sus piezas; predominan las curvas que, por medio de una caligrafía blanda y sinuosa, remiten a lo acuático, tal y como explica Mikel Lertxundi en el texto de sala.

Conjugando medios y técnicas, Xare Álvarez decide que sean las propias formas, procesos y materiales los que definan las obras, escapando a narrativas sobre las cuales sostenerlas. Las piezas dialogan y se relacionan entre sí a través del movimiento, generando una red envolvente, un espacio acogedor e íntimo que invita a permanecer.

Durante su proceso de trabajo, emplea principalmente hilos y cuerdas con los que va jugando. Una vez obtiene la forma deseada, realiza una serie de fotografías que luego reproduce por medio del dibujo. Poco a poco va fijando esas formas que surgen de manera espontánea; estas se van expandiendo entre el suelo, el techo y la pared, en forma de dibujo, bordado, grabado o escultura, siempre atendiendo al gesto mínimo y a una paleta de colores neutros. Las piezas colgadas están realizadas con aluminio fundido a partir de cuerdas anudadas y mantienen la textura propia de las fibras originales. Las obras propician un movimiento fluctuante que remite a organismos vivos que parecen flotar y danzar en el ambiente. Las espirales colgantes proyectan líneas entrelazadas sobre el suelo, abriendo un espacio para la prueba y el juego donde miles de combinaciones son posibles.