Ozempic, o los peligros de intentar pesar menos
La dietista-nutricionista de 7K alerta sobre el consumo de un fármaco, diseñado para aquellas personas que sufren diabetes de tipo 2, y se está utilizando como método de adelgazamiento. El problema se agrava cuando algunas farmacias están vendiendo Ozempic sin receta médica.
No había escrito aún sobre el famoso Ozempic, aunque sí sobre su “primo hermano” Wegovy. Ya saben, ese fármaco milagroso que hizo adelgazar a Elon Musk y que tanto promocionó. Pero, visto el impacto (negativo) que está teniendo, especialmente en los jóvenes, he pensado que era importante dejar claras algunas cuestiones.
El tema es serio; un reciente informe alerta del incremento del 600% en las prescripciones de Ozempic entre jóvenes y adolescentes. Y no solo lo dicen los informes; al parecer, y según he podido saber a través de compañeros de profesión, este fármaco circula con total impunidad entre los jóvenes en los gimnasios.
Y es que sobre esta cuestión, sobre la necesidad de fármacos que ayudan a adelgazar, hay muchos debates posibles. En primer lugar, está el debate más controvertido y en el que la comunidad científica aún no se pone de acuerdo, y es el hecho de si el sobrepeso y la obesidad son o no una enfermedad. Y es que los estudios más recientes sobre fisiopatología asociada al tejido adiposo revelan que esta misma condición (exceso de masa grasa) puede darse en todo el espectro de peso, incluso en personas delgadas.
La segunda cuestión que se puede extraer de este tipo de fármacos, en concreto del Ozempic, es, ¿por qué un fármaco que requiere ser prescrito por un médico para una condición muy concreta y no es para la obesidad si no para la diabetes, se agota en todas las farmacias? ¿Acaso hay una ola de diabetes repentina? No, no la hay.
Y es que el Ozempic o la semaglutida, es un fármaco que ha sido aprobado para diabéticos de tipo 2, puesto que es eficaz para estimular la liberación de insulina por el páncreas, es capaz de estimular el crecimiento de las células beta pancreáticas, que se encargan de la producción y liberación de esta hormona y además inhibe la producción de glucagón, una hormona que promueve la liberación de carbohidratos almacenados en el hígado y la síntesis de nueva glucosa, contribuyendo con todo ello a una regulación efectiva de los niveles de glucosa en la sangre.
O sea, es una fármaco para aquellas personas que sufren de diabetes tipo 2. Pero por “casualidad”, también disminuye el apetito y ralentiza la digestión en el estómago, lo que a su vez ayuda a reducir el peso corporal.
Lo que no se dice tanto es que quizá también ayude a reducir el peso porque conlleva, de forma frecuente, algunos efectos secundarios como son las náuseas, los vómitos, el estreñimiento, la diarrea y la gastroparesia (retraso del vaciamiento gástrico) o, lo que es lo mismo, tener el estómago lleno durante bastante tiempo, algo que no es nada agradable como bien saben quienes lo han padecido.
Y es que es grave que la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) haya tenido que denunciar recientemente que este fármaco se está vendiendo en farmacias sin receta médica y también que se recete para indicaciones no incluidas en su ficha técnica. Todo nos vale con tal de ver bajar el numerito en la báscula. Una pena, sobre todo cuando se normaliza entre jóvenes.