Un jugador impagable
El diagnóstico confirmó los peores augurios e Iker Muniain se perderá lo que resta de temporada. Un duro golpe, tanto para el futbolista de Txantrea como para un equipo que se asoma al momento definitorio con grandes objetivos en el horizonte. Un empeño para el que se multiplican los contratiempos y que pondrá a prueba la capacidad de superación del grupo.
La ausencia de Muniain supone también un hándicap de fuerte componente simbólico.
Su rol había crecido tanto en el césped como en el club tras su renovación, siendo uno de los estandartes de una nueva generación de futbolistas criados en Lezama, destinados a tomar el relevo de jugadores de trascendencia histórica para la entidad como Iraola, Gurpegi, Iraizoz o Aduriz. El mediapunta navarro ha dado muestras de liderazgo evidente sobre el verde, especialmente cuando ha jugado por el centro, echándose el equipo a la espalda y generando constantes situaciones positivas para los leones. Se le veía cómodo, como aquellos que sienten que han encontrado su lugar, valorado por técnico, compañeros y afición.
Poco queda ya de aquel adolescente que irrumpió en el primer equipo para batir todos los récords. Siete temporadas después y con apenas 22 años, Muniain es un referente indiscutible para el Athletic actual, «un jugador impagable para nosotros», tal y como le definió su actual entrenador Ernesto Valverde.
Ahora le espera una larga recuperación, que seguro se le hará más amena acompañado del bebé que acaba de tener junto a su pareja, pero con el sueño intacto de embarcar en la gabarra. El torrente de ánimos recibido le impulsarán para regresar con fuerza y, mientras tanto, sus botas, esas que ya esperamos verle calzar –expuestas estos días para un sorteo en Kirruli Kultur Elkartea– le esperan para volver a rugir en San Mamés.