Pirlo la pone, Terry la remata
Juventus y Chelsea se coronan en sus respectivas ligas, mientras otros históricos empiezan a purgar penas por una mala temporada.
«Necesitaba otras motivaciones, volver a emocionarme, lo he hecho en la Juve». Con todos ustedes, Andrea Pirlo. 36 años. Gran Reserva, como el vino de su familia, cerca de su casa materna en Brescia. «Hasta que tenga ganas de saltar al campo, entrenarme y estar bien. Seré el primero en recoger mis cosas cuando me dé cuenta de que ya no me apetece». Este fin de semana levantaba el sexto Scudetto de su carrera, quinto consecutivo suyo y cuarto seguido de la Vecchia Signora, auténtico Capo di tutti capi del Calcio. «El respeto en el fútbol se gana comportándote bien en el campo y fuera, sin hacer tonterías», ha dicho. No es palabrería. «Es un líder silencioso; Pirlo prefiere hablar con los pies», lo certifica el entrenador Marcelo Lippi.
La Juventus ganó 0-1 a la Sampdoria y Andrea lloró. Como si fuera su primer título. l'architetto. Así le llaman en su club. La ‘divina Comedia’ de Pirlo. «Con él en el campo, solo hay que correr; el pensamiento está en sus pies», fue uno de sus mejores halagos. Heredero de Roberto Baggio. Director de campo. Regista le llaman allí. Un ‘5’. Donde pone el ojo pone el balón. «La pelota no admite trucos, sólo efectos sublimes», escribió el dramaturgo Jean Giraudoux. Hay dos certezas en la vida: la muerte y que un libre directo de Pirlo acaba en la red. Lo decía Johan Cruyff, «al fútbol se juega con el cerebro». Por eso el italiano admira a Xavi e Iniesta. «Si ellos nunca ganaron el Balón de Oro, no creo que yo me lo merezca», reflexionó el lombardo. Andrea. Un sorbo, una copa, un Scudetto. Otro más.
Otro más alzó también John Terry. 34 años. Bad boy. Y fue el más feliz del Chelsea. Mientras José Mourinho se abrazaba con su familia y tomaba silente camino de vestuarios, sobre la hierba de Stamford Brigde, su capitán lo festejaba. «Alguien dijo que no podía jugar dos partidos por semana, él sabe a quién me refiero», en una clara referencia a Rafa Benítez, técnico del Napoli y de pasado en la Premier. «No sólo he demostrado que estaba equivocado. Sigo trabajando y sigo luchando», añadió el líder. El amo de las llaves del club. Garra y testiculina, como diría aquél. Ganaban 1-0 y se proclamaba campeón. A falta de tres jornadas.
Su equipo, ante el Crystal Palace, acabó sobre el césped con tres centrales, tres laterales y dos medio centros defensivos. Un penalti al poste, balón despedido y el belga Hazard la empuja a la red. Un gol made Chelsea. Suficiente. ‘‘Boring, boring Chelsea’’, cantaban los aficionados rivales. Pero acabó el partido y comenzó la celebración. La cámara buscó a John. Le odia y le ama. Sobre la hierba. Radiante. A veces camorrista, metido en mil peleas, cazado cobrando por visitas ilegales a los vestuarios, incluso su padre fue detenido en un bar vendiendo cocaína. Pero tuvo un detallazo. «De mi parte y de todo el Chelsea quiero enviarle mis condolencias a Rio Ferdinand y su familia», se acordó ante los micrófonos, aludiendo al fallecimiento de la mujer del jugador con el que desde octubre de 2011 mantenía una mala relación por negar el saludo a su hermano Anton Ferdinand, en un choque ante el QPR e iniciar un conflicto racista entre ambos tras un grave insulto hacia Anton.
Los Blues arrebatan la hegemonia a la ciudad de Manchester y eso que son el club inglés top ten que menos ha gastado en fichajes estos dos últimos cursos. Un arranque fulgurante gracias a Fábregas y Diego Costa, una titánica defensa a prueba de goles, unos rivales presos de la irregularidad... ¿Aburridos? Quizá, pero campeones. Antes del encuentro se ¡vendían camisetas con el técnico luso al volante de un bus y la leyenda ‘‘Mourinho, he parks where he wants’’. Dos derrotas en 34 partidos. El segundo equipo más goleador y el menos goleado.
El virtuosismo lo deja para el Arsenal. A ratos. Pueden terminar segundos los Gunners –ojo famosetes, marcó Ramsey esta jornada–, porque llevan muchos años sin pasar del tercer puesto. Tienen que adelantar al City, que mantiene la plaza con apuros, en tanto el United volvió a perder por tercera jornada consecutiva, como si ya no tuviera ganas. Cayó 0-1 en casa, con el 80% de posesión y con un penalti fallado por Van Persie. Son cuartos. Pero peor le va al Liverpool. Una avioneta con el mensaje ‘‘Rodgers out, Rafa in’’ sobrevoló Anfield durante la ajustada victoria de los Reds ante el QPR por 2-1, en alusión a Benítez, que, sin embargo, parece que seguirá en el Calcio. Tiene los días contados Rodgers, ni juego, ni sensaciones, ni nada. Triste adiós de Steven Gerrard, que falló desde los once metros, pero luego enmendó de testarazo. Se arrastra Mario Balotelli.
El que también repta es el Milan. El que hoy no es ni su sombra. Ni que Silvio Berlusconi se hubiera sobrepasado con uno de sus liftings. En el campo el equipo ni fu, ni fa; en los despachos, ni el presidente se aclara, ahora vendo, ahora no vendo, busca dinero asiático pero no quiere perder la mayoría del accionariado; la afición no entiende nada. El equipo volvió a perder, no está siquiera entre los diez primeros, fuera de Europa dos años seguidos... «Debemos ser el diablo y dar miedo a todo el mundo», justificó su fundador Elbert Kilpin los colores rojo y negro de su camiseta. Triste.
De rojinegro viste también el Bayer Leverkusen, que derrotó 2-0 a un Bayern Munich ya campeón, lleno de suplentes –regresó Javi Martínez– y con las miras en la Champions. Por abajo, el Hamburgo saca la cabeza, y la cola es para otro histórico, el Stuttgard, campeón de la Bundesliga hace menos de una década; desde entonces, diez entrenadores. Su motor Mercedes Benz –patrocinador– se ha gripado. Die Schwaben (Los suevos), pintan mal, muy mal. Como el Newcastle. El capitán de las ‘Urracas’, Fabricio Coloccini, ex del Alavés, ha pedido perdón en una carta. Ocho derrotas seguidas y están a dos puntos del descenso. «El sábado por favor vengan a St. James´Park (...) porque al final del día lo que más importa aquí es Newcastle United». La cosa más importante de las menos importantes.¿O no?