Grecia y la Troika fían el diálogo al resultado de las urnas el domingo
Habrá referéndum y el Gobierno griego abogará por el «no». Hasta no conocer el resultado, las negociaciones entre Atenas y la antigua Troika no avanzarán. Estas son las conclusiones de una jornada marcada por la carta remitida la víspera por Alexis Tsipras a los acreedores, que se vendió como cesión hasta que la situación volvió al punto cero.
Habrá referéndum y el Gobierno griego pedirá el «no» tal y como estaba previsto. El primer ministro heleno, Alexis Tsipras, disipó de un plumazo todas las especulaciones desatadas desde que, por la mañana, el «Financial Times» filtrase la carta remitida la víspera a Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea; Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo y Christine Lagarde, directora gerente del FMI, planteando una contraoferta al último plan lanzado por las instituciones. La noticia corrió como una bola de nieve y las especulaciones se desataron. Sin embargo, la comparecencia del «premier» heleno, emitida por la televisión pública ERT, zanjó las discusiones: el domingo habrá urnas frente a lo que calificó de «chantaje» de la antigua Troika. Poco después se reunía el Eurogrupo, donde se limitaron a seguir la línea marcada previamente por la canciller alemana, Angela Merkel. «No habrá negociación hasta que no se conozca el resultado del referéndum», había asegurado desde el Bundestag. De este modo, una jornada vertiginosa y aparentemente cambiante terminó en el mismo punto en el que había comenzado: con Syriza reiterando su disposición a negociar y un establishment europeo que no está dispuesto a dar un margen.
Flanqueado por la bandera griega y la europea, Tsipras lanzó un mensaje que, en realidad, no se movió de lo que su Gobierno ha repetido hasta la saciedad: se mostró dispuesto a llegar a un acuerdo pero «no a cualquier precio», reiteró que el referéndum es un punto más dentro de la agenda negociadora y argumentó que, desde el momento en el que se presentó la consulta, su gabinete había recibido «mejores propuestas» de la UE y el FMI, especialmente en lo relativo a la reestructuració de la deuda. «Dicen que tengo un supuesto plan para llevaros fuera de Europa, pero están equivocados. Votar ‘no’ no significa romper con Europa, sino volver a los valores europeos», reivindicó, entrando en la pugna por el europeísmo con sus detractores, que interpretan que el rechazo a la austeridad también implicaría un portazo a Bruselas y la posible salida de la Unión.
En su esperada alocución, que se retrasó por espacio de tres horas y media y disparó la rumorología, Tsipras tuvo que recordar que fue elegido para hacer frente a la austeridad. «Un veredicto popular es mucho más fuerte que la voluntad de un Gobierno», zanjó.
A las explicaciones de Tsipras le siguió un anuncio de Yannis Varoufakis, ministro de Economía, que hizo público un escrito en su blog el que daba sus razones para votar «no» el domingo. «Las negociaciones se han atascado porque los acreedores de Grecia rechazan reducir nuestra impagable deuda pública e insisten en que debería ser saldada por los miembros más débiles de nuestra sociedad, sus hijos y sus abuelos», afirmó, dejando claro que el principal escollo en las negociaciones está en la renegociación de la deuda. Como indicó el propio Varoufakis, se da la circunstancia de que incluso el FMI ha llegado a reconocer que es imposible que Grecia afronte los pagos del modo en el que están planteados. «El FMI, el Gobierno de EEUU, muchos otros gobiernos en el mundo y la mayoría de economistas independientes creen, como nosotros, que la deuda debe ser reestructurada», afirmó.
El espejismo de la «cesión»
El espejismo de un acuerdo que mediáticamente se había vendido como la «capitulación» del Gobierno heleno marcó la jornada. La víspera, Tsipras había enviado una carta a las instituciones afirmando estar dispuesto a aceptar la última oferta del Eurogrupo pero con ciertos matices. Nuevamente, buscaba reajustar las exigencias de la antigua Troika para evitar el impacto social de los recortes. Entre sus propuestas estaba la suspensión de la condición del déficit cero o posponer ciertas medidas como la ampliación de la edad de jubilación o el nuevo marco de relaciones laborales, que se votaría en octubre.
La dureza de Merkel en el Bundestag ya avanzaba que no había pacto. «Un buen europeo no es aquel que busca un acuerdo a cualquier precio, un buen europeo es el que respeta los tratados y la legislación nacional y de esa manera ayuda a que la estabilidad de la eurozona no sufra daños», afirmó. La respuesta del Eurogrupo se limitó a confirmar estas tesis. Pese a que parece que todos han terminado por asumir que el referéndum es la mejor solución, fuentes de la CE indicaban a la agencia AP que creen que la consulta no cumple con sus estándares. Un aviso a cuatro días que celebrarse la consulta.
Atenas censura a Rajoy por su deseo de que caiga el Gobierno
El Ministerio griego de Exteriores emitió ayer una nota en la que censuraba al presidente español, Mariano Rajoy, por desear la caída del Ejecutivo de Alexis Tsipras. «La buena noticia de que el Gobierno (griego) perdiera el referéndum es que habría otro con el que negociar», llegó a asegurar el inquilino de Moncloa, que en la línea de los opositores a Syriza, vaticinó que un triunfo del «no» el domingo implicaría la salida de Atenas de la eurozona. «Mientras nos acercamos al referéndum, que es la expresión democrática de la voluntad del pueblo para decidir sobre su futuro, esperaríamos que el primer ministro español Rajoy permitiera al pueblo griego que se expresara libremente y que no realizara intervenciones que se contradicen con la cultura política europea y que podrían interpretarse como un deseo de derrocar a un Gobierno elegido democráticamente. El pueblo griego responderá con su voto», remarcaba la nota oficial.A. P.
Colas de pensionistas en el tercer día de control de capitales
Las grandes colas ante los bancos que no se habían visto en las jornadas anteriores sí que tuvieron lugar ayer, en la tercera jornada de control de capitales. La razón está en que ayer era el primer día en el que los bancos abrían para dispensar 120 euros (el doble de los 60 diarios que pueden sacar los griegos) a los pensionistas que carecen de tarjeta de crédito. Era día de cobro, así que se extendió la urgencia. Desde primera hora de la mañana, decenas de personas se agolpaban en los exteriores de las sucursales que abrían para garantizar el acceso a los fondos. Ayer era el turno de las personas cuyos apellidos van desde las letras A y la I. Hoy tocará a quienes van desde la J a la M y mañana, al resto. «Tengo miedo de que no pueda acceder al dinero después, así que he venido aquí a las seis de la mañana», argumentaba Dimitri, de 79 años, en una sucursal en Sergio, en el centro de Atenas. La lógica intranquilidad se extendía entre muchos de los que le acompañaban. Al final, el hombre abandonaba el recinto con sus billetes en el bolsillo.
Aunque las primeras horas registraron momentos de tensión, con algunos empujones en determinadas oficinas, durante la jornada se recuperó la normalidad (todo ello dentro de una situación anormal como es el control de capitales). Además, al mismo tiempo que los jubilados iban a recoger sus pensiones, el resto de ciudadanos se acercaba para retirar los 60 euros diarios. Las colas se han convertido también en un lugar de propaganda política, según indicaba a GARA Errikos Finalis, miembro de Syriza. Según explicó, activistas y vecinos de los diferentes barrios se acercan a los grupos que aguardan para sacar dinero para facilitar la transacción, palpar el ambiente e insistir en el mensaje del «no».
También Alexis Tsipras habló sobre el cierre de bancos en su alocución de la tarde. Consideró que se trata de una medida «temporal» y confió en que pueda ser revertida lo antes posible y responsabilizó a UE y FMI de la clausura. No obstante, quiso lanzar un mensaje de tranquilidad: aseguró que los depósitos, las pensiones y los salarios públicos están garantizados. Los 89.000 millones de euros que los bancos griegos recibirán a través de su Banco Central de la línea de liquidez del BCC también suponen un alivio. No obstante, lo cierto es que en Atenas la tónica general es de tranquilidad, pese al evidente temor que genera la medida.A.P.