Desde Nou Barris, con amor, para Pablo Iglesias
Le vamos a dar sexo a Mas», lanzó la noche del miércoles el líder de Podemos, Pablo Iglesias, tratando de medirse a un referente ético como Lluís Llach. Pretensión inútil que él mismo echó por tierra con un discurso etnicista e identitario en el que reclamó el voto de «esa gente de barrio que no se avergüenza de tener abuelos andaluces o padres extremeños». Esa gente que, según el propio Iglesias, alguien quiere convertir en «invisible». Por lo visto.
Catalunya es un país en el que la principal entidad independentista tiene a un presidente de apellido Sánchez y en el que la candidatura más netamente secesionista está encabezada por un Baños (que sustituye a un Fernández). Es también un país en el que la principal plataforma unionista, Societat Civil Catalana, está encabezada por dos personas con los apellidos Coll y Bosch, y en el que los empresarios más activos en contra de la independencia se apellidan Rosell y Bonet. Iglesias es una persona inteligente que conoce perfectamente esta realidad, por lo que el recurso al discurso identitario para conseguir votos solo se puede deber a dos cosas: a la maldad y la ausencia total de escrúpulos, o a la amnesia.
Seamos benévolos (y voluntariamente inocentes) y pensemos que es cuestión de amnesia. En tal caso, esperemos que Iglesias viese las imágenes de ayer, con cientos de miles de catalanes (nadie les preguntó por su apellido ni por sus orígenes) llenando la avenida Meridiana. Una vía que une el Parlament con, precisamente, barrios populares como Nou Barris o Sant Andreu, en los que se pueden observar más esteladas que en barrios altos como Pedralbes.
Por mucho que haya quien insista en la menor afluencia en comparación con años anteriores, la de ayer volvió a ser una demostración de lo mejor que tiene este proceso: una increíble potencia transversal que no entiende de orígenes y que se vehiculiza a través del anhelo de un país mejor, que hace buena aquella máxima de que «no importa de dónde vienes, sino adónde vas».
Lo mejor del independentismo catalán es que ha conseguido unir el deseo de construir un nuevo Estado con la aspiración a construir un país mejor. Y es por eso que las encuestas indican que solo un 5% de los independentistas vota en clave identitaria, frente a un 45% de los contrarios a la independencia. Si de algo debe servir la Diada de ayer en la carrera hacia el 27S es precisamente para eso, para recordar a Iglesias, pero sobre todo a los propios independentistas, que esto no va de luchas identitarias, que esto va de conseguir las herramientas necesarias para construir una sociedad mejor.