Aritz INTXUSTA
EL EUSKARA, TRAS EL CAMBIO

La realidad tumba el mito de la «imposición» del euskara

El cambio ha llegado a Nafarroa y el régimen hace trinchera en la supuesta imposición del euskara. Sin embargo, la realidad es tozuda y aprender euskara en Nafarroa es de todo menos fácil. La red pública es testimonial y AEK e IKA perdieron las ayudas.

Salvo por la iniciativa privada de las ikastolas o la labor de AEK, de Iruñerria para abajo no existe posibilidad de aprender euskara en Nafarroa. Pero tampoco en las zonas llamadas «vascófona» o «mixta» existen medios suficientes como para garantizar que se cumpla el derecho de los navarros a conocer esa lengua. Con la llegada del cambio, se han abierto esperanzas de que todo se arregle, pero de momento son eso, esperanzas. Desde las bancadas de la oposición se alienta ya el mito de que el euskara se pretende «imponer» en Nafarroa. Y, sin embargo, la realidad del idioma es tan triste que suena a broma.

La última legislatura, con el tafallés José Iribas al frente de la Consejería de Cultura, fue muy complicada. Iribas se destacó por una beligerancia frente a este idioma propia de la dictadura, con persecución de libros y material escolar incluida. Hasta su llegada, los euskaltegis de IKA y AEK contaban con una pequeña partida nominativa en los presupuestos. Su cuantía era ridícula comparada con el apoyo que reciben quienes estudian euskara en la CAV y rondaba los 250.000 euros para todos. No obstante, dada su precariedad, resultaba un apoyo clave en Nafarroa. Hasta que, en 2013, Iribas retiró la ayuda de un plumazo. Informó a final de año, argumentando simplemente que se había quedado sin dinero y los euskategis tuvieron serios problemas para completar el curso. Curiosamente, Iribas volvió a quedarse sin dinero en 2014 y, este año, directamente la partida ha desaparecido.

El apoyo al euskara, en números

En las reuniones que el actual Gobierno ha mantenido recientemente con AEK e IKA, les ha informado de que la desaparición de la partida va a suponer un problema para poder recuperar la ayuda este ejercicio. «Se han comprometido con nosotros a ayudarnos, pero formalmente es complicado», explica Xabi Gartzia, responsable de AEK en Nafarroa. «Es falso que UPN no tenga política lingüística, claro que la tiene, y la ha practicado. Retirar la ayuda es una muestra bien clara de cual era esa política», continúa Gartzia.

AEK e IKA sobrevivieron al bloqueo de Iribas gracias a ser organizaciones de carácter nacional y mancomunando la necesidad económica con otros herrialdes. De todos modos, los 250.000 euros se quedaban muy cortos. Las cuentas que maneja el responsable en AEK son clarificadoras. «En la CAV, por alumno y hora de clase, el Gobierno hace un esfuerzo de 3,86 euros. Aquí, la ayuda se traducía en 0,5 euros por hora», explica Gartzia. Los estudiantes que aprenden euskara en estos euskaltegis pagan unos dos euros la hora. Por ello, lo que se pedía históricamente a UPN era que, por lo menos, se equiparan los esfuerzos. «Ahora, con el cambio, se entiende que lo mínimo es apoyar a los alumnos igual que en el resto de herrialdes, porque la urgencia aquí es mayor», afirma Gartzia.

A la espera de que unos nuevos presupuestos clarifiquen esta situación, sí que corren vientos nuevos. «En AEK empezamos a bajar matriculaciones en el año 2005. Luego la cosa se mantuvo y, este año, volvemos a repuntar», explica Gartzia. A día de hoy, hay unos 1.100 alumnos aprendiendo en AEK. Además, han conseguido adentrarse en la zona «no vascófona», sacando adelante grupos en localidades como Tafalla, Andosilla, Lodosa, Larraga, Orbaibar, Muez, Barindano o Zirauki. Para el responsable de AEK, lo importante es ahora redactar una ley que rompa con la actual zonificación, «ya que ahora, según donde hayas nacido, tienes unos derechos u otros». Gartzia se remite a los cuatro pilares de Kontseilua para lograr revertir la situación del idioma: base jurídica, plan estratégico, recursos e impulso ciudadano.

La responsable de IKA Sagrario Aleman remarca la necesidad de esa estrategia y un plan con un horizonte claro. Para Aleman, «lo importante no debe ser sacar titulados y gente que acredite su nivel de euskara con exámenes. En el punto en el que está el idioma aquí, lo prioritario es normalizar el euskara a través del uso, consiguiendo que haya más gente que lo hable. Cada uno con su nivel, pero que se escuche en la calle». En su opinión, el Gobierno ha de establecer la estrategia para lograr cumplir la normalización de la lengua «a través de su propio uso».

En este sentido, Aleman cree que será un error que se potencie que la gente empiece a estudiar euskara para conseguir acceder de modo más fácil a un puesto en la Administración. Para esta profesora, el Gobierno ha de proponerse como reto motivar a la gente «para que aprenda euskara, porque quieren hablarlo y porque lo valoran, no como un mero instrumento para trabajar».

Aleman se muestra, por otro lado, crítica con el actual reparto de los fondos que se realiza. Mientras AEK e IKA han aguantado esos años con muchas dificultades, otro proyecto recibía buena parte de los fondos destinados a aprender euskara. Se trata del euskaltegi Zubiarte, en Uharte, que es el único centro enteramente público en Nafarroa para aprender euskara. Un curso en Zubiarte cuesta 100 euros al año, mientras que en AEK o IKA el gasto para el alumno es cinco o seis veces mayor. Pese a todo, las tres alternativas han mejorado en matrículas este curso.

Listas de espera y pocos profesores

Adelaida Kintana es la responsable del centro Zubiarte. Este curso las matriculaciones se han disparado. De hecho, han conseguido equipararse con AEK en cuanto a alumnos, pese a que solo dan clase en un centro. «Veníamos aumentando nuestro número de alumnos de forma paulatina los últimos años, pero este curso hemos dado un salto significativo, sobre todo en iniciación», afirma Kintana.

«Nosotros somos un centro público y tenemos toco cubierto, pero el Gobierno anterior no se portó nada bien con AEK e IKA. Esto ha provocado que estudiar aquí sea mucho más barato. Para un plan estratégico, hay que tener en cuenta que los alumnos que estudian aquí también suponen un coste para las arcas públicas», dice Kintana.

Para entrar en Zubiarte hay lista de espera. En teoría, una clase puede albergar entre 12 y 20 alumnos, pero hay aulas ya con 24. Y eso genera problemas. «Para esta demanda nos faltan más recursos y más profesores», explica Kintana. La directora defiende además que el éxito no solo se debe a los costes, sino también el esfuerzo del profesorado.

En definitiva, la euskaldunización de adultos es una realidad llena de desigualdades, que estos años ha logrado mantenerse con mucho esfuerzo. Pero a día de hoy pueden plantearse otro reto que no sea sobrevivir. A falta concretar recursos, lo más destacable es que existen cimientos y que se ha iniciado un diálogo para consensuar metas que antes no existían.