Joseba VIVANCO
HOMENAJE AL ALAVÉS

NO HAY TREGUA, SON DE PRIMERA

SE VAN A DAR CUENTA DE LA SUERTE QUE YO TENGO CADA AñO», AVISABA GORKA ORTIZ DE URBINA DESDE LA BALCONADA DE SAN MIGUEL, QUE AGUARDABA LA LLEGADA DE LA PLANTILLA ALAVESISTA. LES ESPERABA ABAJO UNA MAREA ALBIAZUL, QUE ESCUCHÓ A LOS HÉROES DEL ASCENSO Y CANTÓ CON ELLOS. SON DE PRIMERA, EQUIPO Y AFICIÓN. NO HAY TREGUA.

El Olentzero desciende en plena noche del monte Olarizu en dirección hacia la balconada de San Miguel. A través de walkie talkies, Beobide, Einar Galilea, Toquero, Manu García, Fernando Pacheco y Laguardia van comunicando a una furgoneta situada en plena Plaza del Machete el sigiloso itinerario del carbonero por la Parte Vieja. En la misma, centralizando la información, Juli y Sergio Llamas. Descubierto su destino, todos se reúnen con el mítico personaje navideño en ese mirador cara a la Virgen Blanca para desear un feliz año. ¿Premonitorio? Cinco meses después de aquel deseo, los jugadores allí presentes regresaron a la balconada, esa a la que miles y miles de gasteiztarras peregrinan cada 4 de agosto, pero que de vez en cuando, como sucedió ayer, repiten porque su Alavés, también su Baskonia, ha alcanzando algún logro deportivo que lo merece. Y ascender a Primera, ¡vaya que si lo merece! ¡vaya que si lo mereció! ¡vaya que si lo merecieron!

Entre 25.000 y 30.000 seguidores en la Virgen Blanca, según la Policía Municipal, una auténtica marea albiazul, entregada a un plantel que arribó a la céntrica plaza minutos después de las ocho de la tarde, a bordo de un autobús que a falta de ser descubierto, varios jugadores accedieron al techo del mismo, desde donde saludaron y jalearon a la multitud allí congregada. Con los sones de ‘‘Barricada’’ aún en el horizonte, un desatado Einar Galilea hacía equilibrios sobre el vehículo, mitad de cabeza rapada mitad cabellera azulada –«mi ama ya me ha visto, sí, pero hoy todo está permitido»–, mientras abajo, entre un mar de bufandas y bengalas, desfilaban los protagonistas hasta las escalinatas de San Miguel. Primera parada. Primera panorámica de la plaza.

Ofrenda y balconada

Aritz Borda recogía la txapela del dantzari antes de asistir al aurresku de honor, cara a la afición, preciosa estampa con la Virgen Blanca al fondo. ¡Campeones, campeones!, entonaban los futbolistas mientras posaban para los fotógrafos. Siguiente ritual, la ofrenda floral, novedosa esta vez. Lo hizo en 2013, cuando subió a Segunda, el capitán Sendoa Agirre; hizo lo propio en 2005, en el anterior ascenso a Primera, el capitán Óscar Téllez. Ambos oficiaron la ofrenda en la hornacina, no así esta vez en la que los dos capitanes y únicos supervivientes del último ascenso a Segunda, el gasteiztarra Manu García, y el azpeitierra Jagoba Beobide, cumplieron el ritual pero en el interior de la capilla y bajo la atenta mirada y bendición del nuevo obispo Juan Carlos Elizalde. A partir de ahí, la esperada balconada...

Uno a uno fueron presentados los jugadores, Dani Pacheco, Raúl García, Dani Estrada... El desatado charrúa Guichón con nariz de payaso, bota que bota, Bernardello ‘barbazul’ ataviado con la enseña argentina, Pepe Bordalás abrazado al canterano Sergio Llamas, afónico, arengando a la plaza, cantando su canción, sí, la del técnico, uno de tantos ‘hits’ del repertorio que ha protagonizado esta temporada las gradas de Mendizorrotza.

El gran capitán se dirige a la gente, para recordar antes de nada el fallecimiento el día anterior de Eider, la joven de 22 años, seguidora de Iraultza 1921, el mismo domingo, y que «donde esté tendrá una sonrisa», esa eterna sonrisa acompañada de un corazón albiazul. No se alargó en exceso Manu García, «ya me tenéis muy oído, nos lo merecemos todos, ¡gora Alavés, beti Alavés, aúpa Glorioso!». Turno para el otro ‘capi’, Beobide, que en euskara recuerda que han sido «años duros, largos y bonitos, siempre habéis estado ahí, toca disfrutar, con ganas, eskerrik asko, beti Alavés la ostia!». Y cierra discursos el técnico. «¡Vamos Pepito!», se escucha a un Einar convertido ya en auténtico director de ceremonias. «Gracias por vuestro apoyo, desde el primer día, desde el primer partido... ¡Somos equipo de Primera, gracias Vitoria!», se dirige a la afición Pepe Bordalás.

Einar, Toquero...

Celebración en todo su apogeo, hora de confesarse, «ari, ari, ari, Toquero lehendakari!» resuena por megafonía, que no puede evitar tomar la palabra y redoblar los decibelios. «Vamos a animar que estos son un poco sosos, bueno, la verdad es que se nos da mejor jugar a fútbol», se confiesa el de Ariznabarra, uno de los pocos sin peluca azul ni pinturas de guerra. «Otra vez en Europa quiero verte jugar...» se escucha de su boca ante la multitud de bufandas, que cobra su mayor protagonismo cuando se emula la ceremonia del gol, de esos que canta Mendizorrotza, con los jugadores esta vez coreando el «Deportivo lo, lo, lo...» y abajo, la Virgen Blanca de espaldas, haciendo temblar el suelo literalmente bajo sus pies, la imagen sin duda de la fiesta. Hermosa, albiazul, entregada. Postal para el recuerdo. «Muchachos, traigan vino que juega el Alavés...», prosigue el repaso al repertorio desde la balconada. Unos más vergonzosos y recatados, otros más desatados.

No falta siquiera un amago de imitación del técnico, que finalmente es empujado de nuevo hasta el balcón donde no puede evitar, o quién sabe si ya de tirado al río, por qué no, entonar la canción que la grada alavesista le ha dedicado esta campaña. Y comenzando por él mismo, la plaza se arrancó con el consabido «yes que o sin ti, Bordalás no sabría cómo subir, llevame a Primera...». Todo un clásico que logró arrancar la sonrisa de el, en demasiadas ocasiones, hierático entrenador alicantino. Un concierto que incluyó el «Y solo hay, y solo hay un Deportivo, el Deportivo Alavés», sin olvidar el apropiado «Barça, Madrid, el Glorioso ya está aquí», coronado por el «Volveremos a Primera, volveremos otra vez».

Han vuelto, ya están aquí, los protagonistas del ascenso, de la fiesta cual 4 de agosto, que acabó una hora después con ese himno a capella que erizó la piel de los casi 20.000 espectadores del domingo en ‘Mendi’ y que ayer puso fin a la ceremonia. El «Bravo equipo albiazul, que resurges potente otra vez...» sonó por última vez. ‘‘Eskerrik asko afición’’ rezaban las camisetas de los jugadores. Homenaje recíproco. Juntos lo han conseguido, juntos los han festejado. Como arengó el capitán, «son momentos para disfrutar, que duran poco». ¡Ánimo pues!