Martin Garitano
Kazetaria
IKUSMIRA

Hoy, a las doce en punto

A las doce en punto del mediodía de hoy un silbido rasgará el silencio en el cielo azul que cubre Iruñea y también el aliento contenido en los cuatro puntos cardinales de Euskal Herria.

Sin temor a exagerar, diría que en los cinco continentes habrá cientos de miles de personas –digo millones– pendientes de una minúscula detonación que iniciará la explosión festiva más potente que nunca nadie antes ha visto. Conozco importantes gentes de Rio de Janeiro que se pusieron amarillas de envidia al verlo in situ y coloradas de gozo al vivirlo.

Así lo disfrutaremos centenares de miles de humanos, como la fiesta que es. Como el merecido descanso tras un año duro –por el trabajo o por su forzada ausencia– y como el paréntesis en que todo parece suspendido de la punta de un pañuelo rojo y el tiempo se detiene para transportarnos a la dimensión donde todavía vive Hemingway. Porque, si no lo saben se lo digo, Elvis Presley vive en una isla del Pacífico, Walt Disney está crionizado a la espera de una increíble pero feliz resurrección y Hemingway sigue con atención todos los encierros desde un balcón de la Estafeta.

Hoy Iruñea abarca fronteras hasta más allá de Euskal Herria. San Fermín, aquel obispico moreno que tal vez nunca nació y que debe su color al humo de nuestras velas, nos sirve de embajador del pueblo más antiguo de Europa, ese al que sus poderosos conquistadores niegan la existencia y los más obtusos de sus renegados quisieran negar la representación icónica. Hoy toca rojo de Nafarroa, amarillo del arrano beltza, blanco con la ikurriña y el verde de la esmeralda que une las cadenas. Las del escudo. No las de fuera.