Amaia Ereñaga
Periodista
IKUSMIRA

En el micromundo sanferminero

Media hora para el txupinazo. Peaje de Iruñea, autobús con pasajeros de un blanco reluciente. Control verde, y directos hacia un viajero. ¿Llevará una ikurriña? Es un guiri, pero no rubio, sino muy moreno y barbado. «¿Te estás haciendo el dormido?». Es mexicano, no sabe qué responder (¿qué si soy del DNI?), le registran y es recibido con aplausos por el respetable.

Media hora después del txupinazo el triángulo de las Bermudas tiene su epicentro en Navarrería. Cuerpos de todas las nacionalidades representan una escena como pintada por El Bosco. Toca divertirse después del agobio. Una estudiante californiana es la protagonista de la imagen viral del día, aunque la foto sea de 2015. Nazarena Argüello, así se llama, está a punto de desmayarse en lo que parece un calco de una batalla de “Juego de Tronos”. Estaba teniendo un ataque de pánico en medio del txupinazo. Salió bien parada. Ningún desgraciado la desnudó a traición, que podía haber pasado.

Por la noche, un grupo de las antípodas nos da el viaje. No es de extrañar: les han vendido –60 euros diarios, más entradas a Kobetamendi– que esto es una «borrachera masiva a lo bestia». Día 7, despertamos con una joven agredida sexualmente por un grupo. Reacciones virtuales, minoritarias por suerte: «¡Son los otros!», «Si enseñan las tetas ¿qué quieren?». «Guiris no han sido, capullos», farfullo.

Día 8, homenaje a Germán. En Dallas, masacran a tiros a la racista Policía.

Sanfermines, rumio, es como un micromundo paralelo, donde todo cabe y vale, menos si te dicen que no.