Xabier BAÑUELOS
Salónica
Entrevue
CARLOS ASKUNZE
MIEMBRO DE ONGI ETORRI ERREFUXIATUAK

«Los campos de detención y deportación son la vergüenza de la UE»

Carlos Azkunze es una de las más de 150 personas que, desde Euskal Herria, han llegado a Grecia en la caravana organizada para denunciar las políticas migratorias y de refugio de la Unión Europea. Con él hablamos tras un largo día de movilizaciones.

Dieciséis autobuses. Cerca de un millar de personas de procedencias y culturas políticas y sociales diversas. Salida a las 10.30 desde la sede del campamento internacional No Border en la ciudad griega de Salónica. Destino: 200 kilómetros al este, cerca de la frontera turca donde se encuentra los campos de detención y deportación de Parenesti y Xanthi.

¿Qué son Parenesti y Xanthi?

Cárceles. Si nos atenemos al lenguaje oficial, que gusta de largas definiciones, son centros de detención y deportación. Pero, en realidad, son meras cárceles donde se secuestra a personas en tránsito, personas a quienes no se reconoce ningún derecho y son mantenidas en condiciones inhumanas. Su único «delito» es huir de la pobreza y de la guerra que son generadas y mantenidas por los propios gobiernos que ahora las encierran.

¿Cuántos centros similares hay en Grecia y en la UE?

Seis en Grecia y al menos dos docenas en Europa, siete de ellos en el Estado español.

¿Por qué nacen estos centros?

Son centros destinados a la detención de personas consideradas en situación irregular, a quienes no se les acoge en el país ni se les permite transitar a otros. Se les mantiene en régimen carcelario en la antesala de la expulsión. No se les reconoce derechos de ciudadanía ni de asilo.

¿Cómo llegan a ellos las personas refugiadas y migrantes?

Son personas a quienes detienen en las fronteras de entrada al país o en las calles de pueblos y ciudades. En la mayoría de ocasiones son detenciones arbitrarias, sin que medie delito alguno y vulnerando la legislación en materia de derechos humanos. Son trasladadas a estos lugares sin ninguna cobertura legal y significa la anulación de todos sus derechos.

Una delegación de la caravana ha conseguido entrar y entrevistarse con las personas internadas. ¿Cuáles han sido sus impresiones?

Han confirmado que se trata de auténticos centros penitenciarios en los que las personas migrantes se encuentran en una situación de absoluta desprotección y sin ningún tipo de comunicación con el exterior. No entienden por qué se encuentran en dichos centros si no han cometido ningún delito, y no son informadas de su situación y de qué futuro les espera.

¿Y cuál es este futuro?

En un principio la deportación. A veces, tras largas estancias, quedan en la calle sin ningún tipo de apoyo pasando a engrosar las bolsas de marginalidad.

¿Hay herramientas legales para luchar contra este tipo de centros?

Organismos de derechos humanos y otras instituciones reclaman su cierre, por ser centros no sujetos a derecho y de dudosa legalidad de acuerdo a las regulaciones nacionales y europeas.

Y la sociedad civil, ¿cómo cree que debe reaccionar?

En la plataforma Ongi Etorri Errefuxiatuak lo tenemos claro: frente a la violencia estructural y sistemática de estas políticas, nuestra denuncia radical, no violenta y desobediente.

Desde Euskal Herria han salido más de 150 personas a Grecia para denunciar las políticas europeas en relación a esta problemática. ¿Cuáles son sus objetivos?

Se trata de una acción de ámbito estatal en la que participamos un total de 300 personas bajo el lema Caravana a Grecia Abriendo Fronteras. En Euskal Herria participamos bajo el paraguas de Ongi Etorri Errefuxiatuak. Sus objetivos son denunciar las actuales políticas migratorias de la UE y de sus gobiernos, así como su responsabilidad en el mantenimiento de las guerras y la pobreza que mueve a las personas a migrar y sus mecanismos coercitivos y violentos contra estas personas. Particularmente denunciamos la violencia sexual que sufren las mujeres y niñas en estos procesos migratorios. Como no podía ser de otra manera, trasladamos nuestra solidaridad y la de la sociedad vasca hacia estas personas injustamente tratadas, además de reforzar las redes políticas y de solidaridad vasca, estatal y europea.

¿Y en relación a los centros de detención?

Exigimos la demolición de estos agujeros de la ignominia y la vergüenza. Denunciamos con contundencia las políticas europeas que los mantienen y la inmediata puesta en libertad de las personas recluidas a quienes trasladamos toda nuestra solidaridad, la de la caravana y la de las miles de personas que en todo el mundo se movilizan en favor de un tránsito seguro y libre para todas en cualquier lugar del planeta. Denunciamos igualmente la existencia de estos mismos centros en el Estado. El Gobierno español mantiene similares estrategias asesinas con los llamados CIE, verdaderos espacios de impunidad que tratan de ocultar la vulneración sistemática de los derechos humanos de las personas migrantes.

Antes de regresar a Salónica, la caravana pasa por Kavala. Allí se encuentra uno de los cerca de 50 «campos de reubicación» para personas que tienen la esperanza de obtener el visado de refugio y que, en estos momentos, no tienen asegurado su futuro. «En este caso –comenta Askunze– el problema principal que padece es el asedio por arte de la extrema derecha. Las amenazas y agresiones son constates y, de hecho, es la propia gente del campo la que expresamente solicita la presencia de quienes quieran acercarse como muestra de apoyo y cercanía».

¿Qué podemos hacer desde Euskal Herria?

En realidad es sencillo. A pesar de lo complicado de la situación, lo que más hemos percibido por parte del pueblo griego es solidaridad hacia estas personas en tránsito. Esta misma solidaridad debe calar en nuestros pueblos y ciudades. Tan solo pedimos a la ciudadanía vasca que esté dispuesta a acogerlas como unos vecinos y vecinas más en nuestros barrios, a la vez que exigimos a nuestros gobiernos que cumplan sus compromisos y abran las fronteras a quienes escapan de la miseria y de la guerra.