El domingo, yo voto
Hoy toca pensar, que mañana es día de reflexión, o sea de descanso. Mañana podremos ver la televisión, escuchar la radio o abrir el periódico con tranquilidad y sin interferencias mitineras. Y por eso hoy pienso que es importante votar. Porque si hay que cambiar, hay que actuar.
Es bien sabido que ni la pasividad, el abatimiento o la resignación han sido nunca motor de cambio, de avance o progreso. Y además de votar, claro está, hay que actuar en muchos más frentes. Porque frentes abiertos hay muchos y, en todos, un lugar para quien quiera que las cosas cambien. Y de forma radical, además.
Hoy es el día de pensar a quien echarle la papeleta. Y, aunque confieso que servidor lo tiene más que claro desde finales de la década de los 70 –ya son años, ya– ayer di de bruces con una panoplia de argumentos para reafirmar mis ocurrencias. Decía Rajoy que quiere «un País Vasco cada vez más integrado en España». Sabiendo cómo nos integraron, descartado.
Iñigo Urkullu sentenciaba que «es imposible que hoy un Estado se pueda declarar independiente». Y como eso choca contra la realidad y el sentido común, pues tampoco.
Lo de Idoia Mendía está más visto que el tebeo. Cada vez menos partido; lo de socialista suena tan a risa como lo de obrero. Español, sí. Eso sí. Otro descarte.
Y Pili Zabala se descolgó con una perla: «En el extranjero no tengo inconveniente en decir que soy española. De hecho, nuestro DNI dice que somos españoles». Y ahí me quedo mudo y giro el cuello de derecha a izquierda. Resulta hasta doloroso.
Decididamente, el domingo voto.