ENSAYO DE LA GRAN COALICIÓN ENTRE MILITARES DESFILANDO
LA LLUVIA NO HIZO DESISTIR A LAS CIENTOS DE PERSONAS QUE, COMO CADA 12 DE OCTUBRE, SALEN A APLAUDIR A LOS MILITARES ESPAñOLES EN MADRID. LA ATENCIÓN ESTABA EN LA TRASTIENDA, DONDE MARIANO RAJOY, SUSANA DÍAZ Y JAVIER FERNÁNDEZ CALLABAN, PERO SIMBOLIZABAN SU FUTURO PACTO.
Suele decirse que, si existiese, dios sería de derechas, por su insistencia en dejar caer la lluvia en cada evento progresista que esté previsto. Ayer, sin embargo, se produjo una especie de venganza poética y, tras meses de secano, el agua castigó a los cientos de asistentes al desfile militar con el que el Gobierno español celebra la conquista de América. Antes le llamaban el «Día de la Raza»; ahora se contentan con seguir sacando a la legión a pasear. En esta ocasión, tratándose de la primera vez en la que un Gobierno en funciones presidía la exhibición rojigualda, lo relevante era la trastienda. Y la foto. Tras el «golpe de estado» en el PSOE y con la ausencia de los jefes de los ejecutivos de la CAV, Nafarroa y Catalunya (también del País Valencià y Galiza, pero estas ausencias fueron circunstanciales), la imagen era de «personas de orden». La Gran Coalición, aunque sea en modo-Ferraz-se-abstiene, agasajó al jefe de Estado, Felipe de Borbón, y, aunque intentó mantener la cautela, simbolizó en qué punto se encuentra la política en Madrid.
Concentrar en un mismo espacio a Mariano Rajoy, Susana Díaz y Javier Fernández, presidente de la gestora del PSOE, daba juego. La gran incógnita estaba en saber si habían aprovechado para pergeñar los próximos pasos que llevarán, irremediablemente, a una investidura exitosa del líder del PP. «No debo hablar», dijo el inquilino de la Moncloa en una conversación con periodistas reflejada por medios españoles. La clave, como él mismo admitió, está en el 23 de octubre, fecha en la que, previsiblemente, se reunirá el Comité Federal de Ferraz para mutar su rechazo a Génova a abstención. Quizás lo que mejor simboliza el nuevo ciclo que se abre en el Estado sea el selfie que, a petición de Arsenio Escolar, se sacaron la vicepresidenta española, Soraya Sáenz de Santamaría, Susana Díaz y representantes del establishment mediático como Isabel San Sebastián o Ana Rosa Quintana.
Bajo la lluvia, con los uniformados desfilando y lejos de los fastos oficiales, la celebración quedó un poco más decadente de lo habitual. Como siempre, los legionarios y su cabra «Miura» (el año pasado le bautizaron como «Pablo», sin atreverse a poner el apellido de «Iglesias») fueron los más aplaudidos, aunque es difícil batir palmas y sujetar el paraguas al mismo tiempo. Al paso de los uniformados, algún «capitán España» con la rojigualda a modo de capa y poco más. El año que viene, seguro, será con Gobierno.