Imprescindible homenaje a un compositor de culto
Mientras en la Europa de finales del XIX los niños eran sometidos a una enseñanza musical estricta y escolástica, en un pequeño pueblo de Connecticut el director de banda George Ives animaba a su hijo Charles a que aporreara el piano, a desafinar instrumentos, a cantar en tonalidades equivocadas o a tocar una corneta sobre una charca para observar en el agua la difusión de las ondas sonoras. Llegó a organizar el desfile de dos bandas de música, tocando piezas distintas, para estudiar el caos que se formaba cuando se cruzaban. El resultado fue que Charles creció con unas ideas revolucionarias para la época. Aunque es uno de los padres de la música estadounidense en Europa se le sigue interpretando poco, así que este programa que le dedicó la BOS fue una ocasión única.
La versión que planteó Erik Nielsen de “Three places in New England” fue, además, excepcional. Es muy complejo equilibrar los experimentos sonoros que inserta o superpone Ives en el devenir de un discurso musical más o menos tradicional, y siempre ha existido la tendencia modernista a acentuar estas fricciones entre lenguajes. Pero Nielsen hizo justo lo contrario: integrarlos en una misma línea de precioso lirismo, en la que la más agria disonancia o una melodía en otra tonalidad aparecía en coherencia plena con el todo. Y los músicos de la BOS extrajeron el sonido y el carácter preciso, creando una experiencia de enorme intensidad.