GARA
parís
PERFIL

El ministro del Interior sustituye a Valls al frente del Gobierno francés

Manuel Valls, ya comprometido en la carrera para las presidenciales francesas, entregó ayer al hasta ahora ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, el relevo como primer ministro. «Hay que seguir protegiendo al país de la amenaza terrorista», dijo tras asumir el cargo.

El ministro del Interior francés, Bernard Cazeneuve, fue nombrado ayer primer ministro para reemplazar a Manuel Valls, que dimitió para tomar parte en la carrera presidencial. Cazeneuve, «primer policía de Francia» desde abril de 2014, se encontró bajo los focos de atención en enero de 2015, con los primeros atentados yihadistas que han dejado 238 muertos en el país.

Se le atribuyen cualidades como la lealtad, sangre fría y seriedad para gestionar crisis, y fue con anterioridad encargado de Asuntos Europeos y Presupuesto. Según fuentes cercanas a la Presidencia, su «experiencia en cuestiones de seguridad y lucha contra el terrorismo» le acreditan en un país que sigue en Estado de emergencia.

«Hay que seguir protegiendo el país contra la amenaza terrorista (...), que sigue en un altísimo nivel que implica un refuerzo de los medios de seguridad interior y de los servicios de inteligencia», afirmó ayer.

Cazeneuve deberá abordar también el futuro del estado de emergencia, vigente desde hace un año, la aprobación definitiva de los presupuestos de 2017 y la política exterior. Como responsable de la defensa nacional, gestionará las misiones extranjeras en Siria e Irak y en la zona del Sahel (Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger).

El nuevo primer ministro dirigirá el Gobierno durante cinco meses, hasta las elecciones presidenciales de mayo de 2017. Y será reemplazado en el puesto de ministro del Interior por Bruno Le Roux, hasta ahora líder del grupo socialista en la Asamblea francesa.

Pocas opciones de Valls

«Quedan algunos meses (para las elecciones de 2017), pero en política cada día es importante, cada día cuenta», manifestó Cazeneuve desde el palacete parisino de Matignon, sede de la jefatura del Gobierno, donde Valls le traspasó simbólicamente los poderes. La renuncia del presidente, François Hollande, a presentarse a la reelección abrió la puerta a Valls, que se preparaba hace semanas para entrar en la pugna de las primarias del PS e hizo oficial su candidatura el pasado lunes. Hoy tiene previsto su primer mitin.

Su discurso alineado con los intereses empresariales, su estilo autoritario y su visión estricta de la laicidad le han valido enemistades en su propio partido. Así, los seguidores de Hollande aseguran que no le darán su apoyo «automático». Valls explicó en su discurso de candidatura que no quería revivir el «traumatismo» de 2002, cuando la segunda vuelta electoral se disputo entre la derecha y la extrema derecha, un escenario que, según los sondeos, se volverá a repetir el próximo mes de abril. Pero Valls parece tener pocas opciones por ahora de convertirse en presidente dado que, aunque gane las primarias de la izquierda, quedaría en quinta posición con un 10% de los votos en la primera vuelta, según un sondeo de Ifop-Fiducial para iTele, “Paris Match” y Sud Radio, que sitúa en cabeza al candidato de Los Republicanos, François Fillon, quien se impondría con el 28% de los votos. En segunda posición quedaría la ultraderechista Marine Le Pen, a la que hasta ahora en general se daba como posible ganadora en primera vuelta, con el 24%.

 

La «navaja suiza» del Gobierno

GARA

Como una «navaja suiza», Bernard Cazeneuve, ha pasado de cargo en cargo gestionando diversas urgencias del Gobierno francés y acabará su carrera política (si cumple su anunciada retirada en mayo de 2017) también llenando el hueco que dejó su predecesor, Manuel Valls, primero en Interior y ahora como primer ministro.

Ya heredó la responsabilidad de los presupuestos tras un escándalo de su predecesor, Jérôme Cahuzac, por cuentas ocultas en Suiza.

Al sustituir a Valls en Interior se enfrentó a la ola de atentados yihadistas y a un país en estado de emergencia. Las críticas por el dispositivo de seguridad tras el atentado de Niza en julio hicieron mella en su imagen de firmeza, pero rechazó la dimisión que reclamaba la derecha porque «no se deserta del combate contra el terrorismo y, por la República, se lleva hasta el final». También se ha enfrentado a una inédita protesta policial en los últimos meses, así como a la crisis migratoria y, sobre todo, ha gestionado el desmantelamiento de la «jungla» de Calais.

Por otra parte, pese a transmitir una imagen de «sangre fría», se le conocen arrebatos de cólera en privado. Con declaraciones o silencios, se ha querido distanciar de los llamamientos a la «batalla cultural» contra el salafismo a la que exhortaba Valls.