Una visita indeseable y una oportunidad
Volví a mi casa, pero lo que encontré fue un montón de escombros. Perdí todo el dinero que había ahorrado durante toda mi vida, en algún lugar debajo de las piedras, quemado. Así que perdimos todo, nuestro hogar y nuestro sustento», relata Hussein Abu al-Lil, que vivía del alquiler de su casa en Gaza y ahora necesita ayuda de la ONU para subsistir. Es una de las miles de personas todavía sin hogar a causa de la ofensiva de Israel de 2014, en la que murieron más de 2.000 personas y fueron destruidas unas 20.000 viviendas.
Dos años y medio después la devastación permanece en Gaza, que este 2016 ha cumplido una década bajo un bloqueo con efectos devastadores en sus infraestructuras, en su economía y en la salud de los gazatíes, encerrados y atacados periódicamente. Aunque el bloqueo, la extensión de las colonias israelíes, la destrucción de viviendas palestinas –este año ha habido 15.664 personas desplazadas por demoliciones de casas palestinas, el doble que el año pasado– y la restricción de movimientos es conocida, el día a día de las consecuencias de la ocupación pasa desapercibido.
Solo ayer hubo 26 detenidos en Cisjordania, la vivienda de una familia fue destruida en Jerusalén y los soldados israelíes dispararon contra pastores en Gaza, mientras dos presos en huelga de hambre entraban en estado crítico.
La semana que viene visita Gasteiz un equipo de baloncesto que abandera, en ocasiones de forma entusiasta, la política sionista. Una oportunidad para devolverla a un primer plano.