Raimundo Fitero
DE REOJO

Del año

Estamos en las listas del año de todo cuanto se le ocurra a uno imaginar. En ciertos sectores, como el de comercialización de automóviles, ya saben cuál va a ser el coche del año 2017. Pero en general sabemos los doce mejores de todo rubro y condición del año que termina. Y entre esas cosas que se eligen por especialistas, tertulianos o votaciones populares virtuales, acaban de nombrar desde la Fundación Fundeu, que la palabra del año es: populismo.

Populista decisión, ya que si algo se ha introducido como perejil de todos los argumentos, peor especialmente en todos los no argumentos o descalificaciones es este vocablo que se puede interpretar de manera muy positiva. Populismo ha existido siempre, lo que no había existido era descargar a la palabra de sus verdadero significado para hacerlo un comodín que se puede utilizar para un roto o para un descosido. Los cafres de la derecha indómita y tardofranquista quieren hacer comparables por el simple uso indiscriminado de la palabra a Marie Le Pen y a Podemos, junto a  Maduro y así hasta el disparate último.  Al final uno no sabe si estar a favor de las clases populares es populismo o compromiso social. Hay populismo bueno y malo, exactamente igual que con el colesterol. Lo demás es demagogia mezclada con ignorancia que da el populismo de la barbarie practicado ciegamente por muchos medios de comunicación.

Me ha sorprendido que estuviera entre las finalistas posverdad, palabra que ya ganó en el diccionario de Oxford. Porque el concepto es bastante más complejo y deberíamos dedicarle el año nuevo un rato en esta esquina donde escribe un junta letras que les ruega que se protejan de los programas pre y pos campanadas. Los repiten el  primero de enero donde tendremos el asidero circunstancial de valses vieneses y los saltos de esquí.