Irati Jimenez
Escritora
JO PUNTUA

El Fondo

Yo mandaría un equipo de prospección o una nave tripulada. Puede que nos cueste llegar pero, si damos con ello, habremos encontrado el mayor yacimiento de altruismo, decencia moral y valores humanistas que se haya conocido: El Fondo. Donde habita la bondad sin desembalar, la que huele a forro de libros y lleva la etiqueta del precio. La bondad de quienes no la usan porque están entretenidos abusando o manipulando, pero que a juzgar por sus abogados defensores tienen bondad de reserva... en El Fondo.

La verdad es que yo para la bondad soy muy superficial y me gusta la que se ve en los actos. Pero ya sé sabe que gustos como culos, cada cual el suyo y hasta ahí todo el mundo contento.

Lo que me irrita es el «no, pero Fulanito es bueno en el fondo» que te espeta algún muyahidín de la –llamémosle así– Bondad No Manifiesta cuando sienten que han traicionado el gran imperativo cristiano del «no pienses mal». Me irrita porque me obliga a hacer de fiscal y es una profesión horrible con un problema grave de overbooking.

Pero sobre todo porque nos obliga a todos a deformar la realidad en nombre de una teología retorcida en la que usurpamos el lugar de Dios para valorar lo que podría hacerse en lugar de lo que se hace.

Ojo con la gente que sale ganando cuando no les vemos como son. Quien haya visto a un maltratador en acción sabe que necesitan disonancias cognitivas así para salirse con la suya.

No sé qué buscamos cuando decimos que defendemos el buen fondo de la mala gente. Quizá salvarles a ellos, quizá salvarnos a nosotros, bajando el nivel para todos y colgándonos la medalla de abogados defensores.

Pero lo cierto es que la nobleza no se sermonea, se ejemplifica y el abuso no se defiende, se frena.

Decía esta semana la portavoz de Trump Kellyanne Conway que a su jefe se le juzga siempre por lo que dice o hace en lugar de fijarnos en lo que hay en su corazón. Y, claro, está harta.

Normal.