Isidro Esnaola
JO PUNTUA

Los incentivos a las renovables los pagan los pobres

La subida de la electricidad en plena ola de frío acaparó titulares durante un breve periodo de tiempo para luego volver a desaparecer rápidamente del debate público. Lo cierto es que un pequeño repaso a la factura de la electricidad muestra la verdadera naturaleza del sistema que padecemos.

La fracción que corresponde al consumo de electricidad es casi la parte más pequeña del recibo. Entre el resto de costes que incluyen hay un apartado llamado «incentivos a las energías renovables, cogeneración y residuos». Lo que quiere decir que las ayudas a las energía renovables no salen de los presupuestos del Estado, que sería lo lógico, sino que se pagan a escote con el recibo de la luz.

El gasto no parece gran cosa, alrededor de 6 euros. Ahora bien si los comparamos, por ejemplo, con la pensión contributiva mínima que es de 637,69 euros mensuales, los alrededor de 6 euros que se van con la factura eléctrica son casi el 1% de los ingresos mensuales. Si la pensión es del SOVI, 408,02 euros mensuales, casi se duplica la aportación del pensionista. Comparado ahora con el sueldo medio que según las estadísticas ronda los 1.900 euros mensuales, la aportación a las energías renovables cae hasta un nimio 0,05%.

La conclusión es clara: el reparto de la carga para incentivar las energías renovables resulta totalmente desproporcionado y absolutamente injusto. Son los más pobres los que están financiando esas políticas públicas.

Pero nadie habla de estas cuestiones. Hace un par de años se conoció que Iberdrola había invitado a 40 periodistas –de esos que llaman líderes de opinión– a ver los partidos de la selección española en el mundial de Brasil. Más tarde se supo que esa misma empresa llegó a fletar un vuelo a Gdansk durante la Eurocopa de 2012 para llevar a sus invitados, entre ellos –por supuesto– periodistas. Así hacen política las grandes empresas de este país para que sigan pagando los pobres.