Es tarea improbable de éxito el hablar de los veinte años de emisión del concurso de La 2, “Saber y ganar” y no instalarse en una charca repleta de tópicos. Pero acabo de ver una entrevista a Jordi Hurtado y puede asegurar que va a ser difícil seguir escribiendo sin acumular más tópicos. Y es que un programa que actualmente se emite los siete días de la semana requiere de una dedicación absoluta, unos equipos que sepan mantener la enjundia adecuada para que se mantenga la cuota de pantalla o dicho en términos más concretos, una audiencia fiel de importancia no solamente por la cantidad, que es mucha, sino por la calidad, ya que se sobreentiende que quienes se dejan mecer por este concurso están interesados por una relación diferente con la televisión.

Las leyendas que este programa ha generado pasa por la supuesta inmortalidad de su presentador Jordi Hurtado que le ha conferido carácter a la propuesta. Su dicción, su sonrisa perpetua, su capacidad para empatizar con los concursantes, y su propia figura, alguien que no chupa cámara, pero que se instala en nuestro imaginario de manera perenne. Añadamos que en estos veinte años solamente ha faltado dos o tres semanas hace poco por alguna cuestión médica. Esto es un dato inapelable. Datos son sus audiencias que quintuplican la media de la cadena, que en su hora de emisión puede llegar a liderar.

Es el programa ejemplar de televisión pública. Un concurso en el que se requiere conocimiento además de memoria, culturalizante, que trata a los espectadores como ciudadanos inteligentes. Sencillo en su mecanismo, sin alardes técnicos, buscando la eficacia. Ha sabido evolucionar, ha sabido reconocer errores, ha logrado ser una suerte de marca de la televisión recomendable. No me caben más tópicos. ¿O son datos objetivos?