Jon ORMAZABAL
Pelota

Borran «clemencia» de su diccionario

Irribarria-Rezusta imponen su golpe y dejan a Altuna III-Barriola sin opciones.

IRRIBARR.-REZUSTA 22

ALTUNA III-MERINO I 12


Que las opciones deportivas de aquellos con los que entrenas todos los días pasen por tus manos no debe ser nada sencillo; por mucho que se apele a la profesionalidad, seguro que la impotencia de un buen amigo como Jokin Altuna, al que las cinco derrotas consecutivas parecen abocar a la eliminación, tiene que remover algo ahí dentro, pero, como la pasada semana ante Elezkano II-Zabaleta, Irribarria-Rezusta afrontaron el partido de la mejor manera posible, eliminando la palabra ‘piedad’ de su diccionario y sumaron una nueva victoria, que clasificatoriamente no les aporta nada nuevo pero que les sirve para sentirse con la satisfacción del deber cumplido, por mucho que este no sea del todo agradable.

Tampoco fue plato de buen gusto para Miguel Merino tener que sustituir a Abel Barriola por mal de manos. Puestos a escoger, difícilmente se puede escoger un peor escenario que tener que enfrentarse a dos pegadores del calibre de Irribarria-Rezusta en un frontón tan exigente para un zaguero como el Ogeta.

Si en el partido de la novena jornada, en Gasteiz, todos los ojos se clavaron en Barriola y la pelotas que dejó a placer a Olaizola II, el de Villar de Torre comprobó ayer en sus carnes toda esa leyenda que versa sobre el recinto gasteiztarra, con el agravante de que en vez de Untoria, tuvo que enfrentarse a dos rivales que no aflojaron el paso y le soltaron de lo lindo.

Idéntico resultado

Con sus matices propios, el guión del partido de ayer tuvo sus grandes similitudes con aquel de finales de enero, pues la igualdad duró en torno a la veintena de tantos. Los azules ayer aguantaron a duras penas hasta el 11-9, momento en el que el poder de los pelotazos de los zurdos comenzó a hacer mella en la defensa de un Miguel Merino que tuvo que defenderse como buenamente pudo.

Las mínimas esperanzas de los a la postre perdedores pasaban por que Altuna recuperara su magia, pero no hay mejor antídoto para ella que tener al de Amezketa sometido en todo momento, lejos del frontis y obligado en defensa.

En esta tesitura, Iker Irribarria tuvo todas las opciones del mundo para lucirse en ataque. Habrá quien diga que no es tan fino estilista como Olaizola II, pero con los huecos que abren entre él y su zaguero, tampoco le hace ninguna falta.