EL PKK SE PREPARA PARA UNA INVASIÓN TURCA EN KURDISTÁN SUR
La creciente implicación de Ankara en la región y la presencia de tropas turcas cerca de Mosul hacen planear la sombra de una posible ofensiva contra la guerrilla kurda. Todo ello en el marco del plebiscito presidencial que Erdogan quiere ganar como sea.
Amanecer tranquilo y sin sobresaltos en las cumbres nevadas de Qandil tras varios xdías de bombardeos turcos. Unos ataques que ni siquiera han respetado a los muertos. Lo que horas antes era la casa de huéspedes del cementerio de mártires de combatientes del PKK, ahora es un montículo de cascotes, fotografías y recuerdos carbonizados.
No es un hecho inusual. Los ataques de la aviación turca a esta cordillera del norte de Kurdistán Sur han sido una constante desde que el PKK situase aquí sus bases a principios de 2000 tras abandonar territorio sirio. La cotidianeidad es tal, que los guerrilleros y los civiles que habitan en Qandil se han acostumbrado a vivir mirando al cielo.
A la siempre presente amenaza aérea hay que añadir ahora la posibilidad de una operación militar terrestre del Ejército turco contra la guerrilla en Qandil, Sinjar y Kirkuk, las tres regiones donde el PKK tiene efectivos en Kurdistán Sur.
«Una ofensiva contra Qandil ha estado durante mucho tiempo en la agenda de Ankara, así que existe dicha posibilidad», señala a GARA Bese Hozat, quien copreside la Unión de Comunidades de Kurdistán (KCK) junto a Cemil Bayik. El encuentro con la líder del PKK se produce en un bosque del valle en la más absoluta clandestinidad y siguiendo un exhaustivo protocolo de seguridad.
«Nos encontramos en pleno proceso de referéndum constitucional en Turquía y los grupos fascistas del AKP y MHP quieren llevar a cabo una operación transfronteriza para ganar votos», explica Hozat, nacida en la provincia de Dersim, en Kurdistán Norte.
El 16 de abril Turquía decidirá en las urnas sobre si mantener el actual sistema parlamentario o mutar hacia uno presidencial, opción que defienden el Gobierno turco en manos del islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) y los panturcos del Patido de Acción Nacionalista (MHP).
Mientras el presidente Recep Tayyip Erdogan promete que el «sí» en el referéndum «traerá a Turquía estabilidad y el fin del terrorismo», la guerrilla denuncia que la votación es una treta para «legalizar y legitimar la dictadura del presidente islamista».
La Unión de Comunidades de Kurdistán y el prokurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP) llaman a los kurdos del norte a votar «no», una postura que —aunque por motivos muy diferentes— también defienden formaciones opositoras como el kemalista Partido Republicano del Pueblo (CHP).
Tropas turcas cerca de Mosul
«Estamos dispuestos a plantar cara a las políticas invasivas del Gobierno turco», advierte Hozat, que denuncia que la ocupación turca de Kurdistán Sur es ya casi un hecho consumado debido a las excelentes relaciones entre los ejecutivos de Ankara y Erbil.
«Esta invasión tiene aspectos económicos, políticos y militares. Para evitar que se complete presentaremos una dura batalla. Haremos que se arrepientan de su ataque», subraya la colíder del KCK, consciente de la complicidad entre el presidente turco y el presidente de Kurdistán Sur, Masud Barzani.
Una perfecta simbiosis que de nuevo quedó demostrada este pasado domingo durante el encuentro que ambos mantuvieron en Estambul. Según el medio kurdo Rudaw, entre los temas abordados estuvieron la guerra siria y la situación en Rojava (Kurdistán Oeste), así como el estado del muro fronterizo que Ankara está construyendo.
En la reunión también se habló de la situación política en Kurdistán Norte, donde desde las elecciones generales de junio de 2015, y aún con más intensidad tras la intentona golpista de julio de 2016, el escenario es de auténtica guerra civil con decenas de poblaciones destruidas por parte del Ejército turco y miles de activistas y políticos kurdos del HDP detenidos.
En este sentido y como gesto para promover la paz, Masud Barzani pidió «la puesta en libertad del colíder del HDP, Selahattin Demirtas» y señaló que el presidente Recep Tayyip Erdogan «es el único que puede traer la paz entre turcos y kurdos».
Por último, ambos mandatarios hablaron del acuerdo entre Irak e Irán para estudiar la viabilidad de un oleoducto desde Kirkuk —actualmente el gobierno de Erbil manda crudo a Turquía desde esta zona a través de un conducto que desemboca en el puerto turco de Ceyhan— y del desarrollo de la ofensiva contra el Estado Islámico en Mosul.
Aunque no ha trascendido oficialmente si la lucha contra el PKK estuvo en la agenda del encuentro, Bese Hozat señala que «el verdadero motivo de la presencia de tropas turcas en la población de Bashiqa, situada a 15 kilómetros de Mosul, es el lanzamiento de una operación terrestre para evitar que regiones como Sinjar puedan tener una administración autónoma».
Esta región montañosa habitada en su gran mayoría por yazidíes, situada al oeste de Mosul y muy cercana al límite con Kurdistán Oeste, goza de un autogobierno de facto impulsado por el PKK con el apoyo de la población local.
Cuando el Estado Islámico (ISIS) lanzó una ofensiva sobre esta región en junio de 2014, los peshmergas leales a Masud Barzani abandonaron sus posiciones dejando a la población yazidí a merced de los yihadistas. El PKK acudió en su ayuda, y, tras expulsar a los acólitos de Abu Bakr al-Baghdadi, ayudó a la formación de milicias yazidíes de autodefensa y al establecimiento de una administración propia.
Combates entre kurdos
Los augurios de Bese Hozat sobre Sinjar se han concretado tan sólo cinco días después de la reunión entre Erdogan y Barzani. El pasado jueves 500 peshmergas leales a Masud Barzani se desplegaron en Sinjar con el pretexto de «asegurar la frontera con Kurdistán Oeste». Una acción que ha desembocado en combates entre las milicias yazidíes de autodefensa entrenadas por el PKK y los milicianos leales a Erbil. La histórica lucha de poder en Kurdistán entre los seguidores de Abdullah Öcalan y Masud Barzani vuelve a vivir nuevos episodios.
A pesar de las reiteradas llamadas de Bagdad a Turquía para que retire a sus tropas desplegadas en Bashiqa puesto que «violan la soberanía nacional iraquí», Ankara defiende la necesidad de mantenerlas «para luchar contra el terrorismo», en alusión al ISIS pero también a la guerrilla kurda.
Tras conversar con Bese Hozat, la tranquilidad de Qandil se ve perturbada por los avisos de alerta que suenan a través de los radiotransmisores. Un dron y varios cazas turcos están sobrevolando la zona. Rápidamente, los pocos guerrilleros visibles se echan a la carretera central del valle y se dispersan en solitario o en grupos de dos. Es momento de abandonar el bastión del PKK. Minutos después se conocerá el alcance de los bombardeos: cuantiosos daños materiales y varios civiles heridos, algunos graves.
Numerosas adhesiones a la guerrilla
En la posición que la guerrilla kurda tiene en Maktab Khalid, 30 kilómetros al suroeste de Kirkuk, las sensaciones respecto a una posible ataque turco son bastante semejantes. «Si Turquía lanza una operación militar el pueblo de Kurdistán Sur se levantará contra ellos. La gente nunca aceptará su presencia porque los ve como ocupantes de una tierra que no les pertenece», explica a GARA Serkewt, un combatiente de largo mostacho de 23 años de edad originario de Kurdistán Este.
En Kirkuk, el PKK tiene milicianos en varios frentes contra el ISIS, el más importante en las inmediaciones de Makhmur. Allí, miles de kurdos del norte llegaron como refugiados durante los noventa. Eran los años de tierra quemada y el Ejército turco calcinaba las aldeas acusadas de colaborar con la guerrilla. Una situación que vuelve a repetirse observando el estado ruinoso de poblaciones como Cizre, Sirnak o Nusaybin tras el asedio de las tropas de Ankara.
Un escenario crítico en Kurdistán Norte que está provocando un elevado volumen de adhesiones al PKK. «En los últimos meses centenares de jóvenes se han unido a nuestras filas. No sólo kurdos del norte, también turcos que ven en la guerrilla la única opción para luchar contra el fascismo de Erdogon», indica un mando de este frente situado entre las ciudades de Kirkuk y Hawija.
Con las posiciones del ISIS a poco más de un kilómetro, este frente permanece en calma a la espera de reactivarse tras expulsión de los yihadistas de Mosul.
«Si Turquía nos ataca no les lanzaremos flores, estamos preparados para responder a la ocupación», indica Serkewt, un miliciano de ojos con tonos turquesa. «Somos una fuerza militar profesional con muchos años de experiencia y tenemos total confianza en nuestra capacidad para hacerles frente».
Por su parte, Serxwedin, guerrillero de 26 años de edad y originario de Kurdistán Norte, cree que al igual que en Siria, «Turquía se ha excusado en la defensa de la población turcomana para desplegar más tropas en Kurdistán Sur». Provisto de un serpenteante y frondoso bigote, Serxwedin considera que, del mismo modo que en Siria, «las tropas turcas abandonaran a su suerte a la población turcomana».
Por último, Serxwedin quiere dejar claro que la posible intervención militar turca en Kurdistán Sur «forma parte de la estrategia regional de Erdogan de no permitir que el PKK y movimientos afines puedan establecer una administración autónoma en cualquier parte de Kurdistán». Y concluye: «Hemos hecho de la resistencia nuestra forma de vida. Que vengan. Estamos preparados».