Raimundo Fitero
DE REOJO

El alma

Ya está. Decidido. Según el filósofo Florencio Sanchidrián, el alma está en el jamón ibérico. Cuanta más calidad tiene el jamón, más la tiene el alma. Este maestro jamonero con un torrente verbal de filósofo de taberna de poetas neuróticos, desabrigó a un jamón de reserva en el programa “Late Motiv” de #0, justo en el día internacional del cerdo. Un grandioso espectáculo televisivo. Es difícil condensar con palabras el cuarto de hora de clase maestra sobre el corte, la relación con los dioses en todo el ejercicio casi coreográfico de buscar en cada lasca esa sublimación de la necesidad de alimentarse convertida en un acto placentero, casi erótico, pero como antesala a un viaje místico .

Un auténtico vendedor de ilusiones, de transcendencias materiales que eleva a categoría de recetario de autoestima y que coloca al arte de la crianza del cerdo, que debe estar en la dehesa en soledad y silencio, resaltando el predicador que con entera libertad de movimientos y que una vez convertido en chacinería fina, entra en la fase de exhumación de poéticas variables. Florencio tiene estampa de buen vividor, y asegura que el arte de cortar el jamón, aunque el matiza que más que cortar, hay que contar, hacer un relato en donde intervienen la vista, el gusto y el olfato, pero que seres tan inmiscuidos en esa tarea son capaces de escuchar al jamón, es decir también incorporan el oído.

Es un artista del sable, del cuchillo jamonero, que trasmite una sabiduría de campo que sirve en las alfombras palaciegas sus lascas experimentando una suerte de comunión interclasista entre los porqueros, los matarifes, su verbo afilado y los comensales a los que deleita no solamente con su fileteado sino con sus acompañamientos poéticos. Florencio te pone jamón serrano y con su arte lo sientes como de bellota y con alma.