Beñat ZALDUA
PASOS HACIA LA SOBERANÍA ENERGÉTICA EN EUSKAL HERRIA

El cambio (energético) empieza en casa

La cantidad de petróleo extraído no crecerá. Se mantendrá en niveles actuales durante un tiempo, hasta que empiece a decrecer cada vez más. Es el llamado «peak oil» o «pico de petróleo», fenómeno que se repetirá con el gas natural más pronto que tarde. Si la extracción de hidrocarburos no aumenta, difícilmente podrá hacerlo una economía basada en esos mismos combustibles. Y si la superación de la crisis pasa, como se suele repetir, por el crecimiento económico, esa crisis difícilmente desaparecerá del todo. Esta premisa –que convierte el manido «Otro mundo es posible» en «Este mundo no es posible»– es el punto de partida del libro “Hacia la soberanía energética. Crisis y soluciones desde Euskal Herria”; un punto de partida claro, algo catastrófico pero irrebatible, que da paso a la presentación de propuestas concretas en el camino de un obligado nuevo modelo energético.

El autor, Xabier Zubialde Legarreta, ingeniero nacido en Toronto (Canadá), hijo de migrantes navarros, desgrana en tres grandes preguntas esas propuestas: ¿Qué hacer a nivel global, a nivel municipal y a nivel personal?

Empezando por el nivel macro, Zubialde se hace eco de varias propuestas nacidas en el seno del decrecimiento, como el establecimiento de un techo energético, que ponga fin a una ilusoria producción ilimitada de energía, o la contabilización de la deuda ecológica generada por el actual modelo energético extractivo. Aboga también por la desprivatización de un sector de bienes públicos como el energético y advierte contra lo que llama las «falsas soluciones», entre las que incluye, entre otras, el fracking, la incineración de residuos urbanos o los biocombustibles.

No en vano, estas «soluciones» se limitan a apostar por un cambio de modelo energético supuestamente capaz de mantener el consumo actual. Precisamente, una de las ideas más repetidas a lo largo del libro es que la soberanía energética no pasa únicamente por el autoabastecimiento o la independencia energética, sino por el cuestionamiento de un modelo socioeconómico que exige un crecimiento ininterrumpido del consumo energético. Como señala Zubialde, «la energía no es la causa del problema, es su consecuencia; el indicador de lo que la sociedad pide».

En el camino hacia esta transformación de modelo energético –que entronca directamente por la lucha por otro modelo socioeconómico–, es en el ámbito municipalista en el que el libro lanza propuestas prácticas y practicables, empezando por medidas concretas destinadas al ahorro energético –desde la reducción de la iluminación pública hasta ordenanzas que racionalicen el consumo de agua–. Junto a esas propuestas, el autor insiste en un alegato a favor de la democratización del debate energético, en el que las decisiones que se toman en esta materia dejen de ser entendidas como cuestiones meramente técnicas y pasen a escrutarse a la luz pública. Algo para lo que también reclama un empoderamiento ciudadano que haga suyo el debate sobre un modelo energético en el que, al fin y al cabo, está en juego el futuro de todos.