Itziar Ziga
Escritora y feminista
JO PUNTUA

La internacional de los bloques

Me endemonio cuando alguien habla con desprecio de las chonis, sobre todo cuando tratan de ultrajarnos desde el feminismo. ¿Cómo se puede ser tan clasista y pretender luchar contra el patriarcado? Sobre la licra trepadora en la que nos gusta embutirnos a las barriobajeras, algunas proyectan esas excelencias con las que intentan situarse por encima. Así su valía no dependerá de las cosas buenas que hagan, sino de su capacidad de rebajar a otras. Según los prejuicios dominantes, eso sí: las excelentes suelen ser tan vagas como cobardes.

Ya se sabe, las revoluciones fueron emprendidas por avanzadillas ilustradas gracias a sus privilegios, da igual que la Historia lo niegue y que sea infame. Será porque hemos triunfado, pero últimamente encuentro más reaccionarias de género en las filas del feminismo que en casi ninguna otra parte. Cierta autoerigida vanguardia feminista burguesa nos tacha a las poligoneras de iletradas, conservadoras, maleducadas, chabacanas, machistas, todo un dechado de misoginia. Y ahora también, españolas.

Me crié salvaje y callejera en Kaputxinos, suburbio de Rentería al que perteneceré siempre. Estudiaba en el colegio público de mi barrio y, a principios de los ochenta, la tensión entre la inmensa mayoría recién llegada desde España y la escasa población aborigen electrizaba el aire. Éramos minoría en nuestra propia tierra, pero aquella guerra duró poco. Algo hemos hecho bien desde la izquierda en Euskal Herria, aquellos críos que le gritaban a la andereño «háblanos en cristiano», envenenados por el odio a lo vasco de sus progenitores, hoy son de la Real, hablan euskera y votan a Bildu.

Adoro volver y que suene Manowar en el bar heavy. Se me llena la boca al pronunciar con Gabriel Rufián: Santa Coloma de Gramanet. Y ahora que vuelve abril, pongo a todo trapo la Sevillana de los Bloques de Martirio y sueño con las Tresmil Viviendas. Vaya donde vaya, cuando diviso colmenas de ladrillo, me siento en casa. Ya se sabe como nos las gastamos las macarras: no os metáis con el extrarradio.