Anjel Ordóñez
Periodista
JO PUNTUA

Crismón

Las palabras, como todo, tienen edad. Nacen, se desarrollan y mueren. Además, como las personas, se relacionan preferentemente con los individuos de su edad o semejantes. Por ejemplo, si nos enfrentamos a la unidad léxica XP obtendremos diferentes experiencias según los años que acumulemos a nuestras espaldas. Para los más jóvenes, XP hace referencia a los puntos de experiencia que se obtienen en un juego, que habitualmente sirven para ir progresando en diferentes niveles. Para una persona de mediana edad, entre las que me cuento, XP nos lleva a una de las versiones de Windows, creada en 2001 y hoy totalmente obsoleta. Y para las personas de mayor edad, XP es un crismón. Es decir, una anagrama de Jesucristo: se forma con las dos primeras letras del nombre de Cristo en griego: ji (X) y ro (P). Durante siglos ha sido emblema de victoria, no solo en el plano espiritual, sino también en el militar.

Es solo un ejemplo. Hay muchos más. Pero, si nos fijamos, la edad de las palabras cada vez es más corta. Y no me refiero a las que, por su papel de soporte de la comunicación, poseen una carga léxica limitada, sino a aquellas que contienen un alto valor semántico. Las razones hay que buscarlas, cómo no, en la economía. La cuarta revolución industrial significa que todo lo que hoy conocemos, dentro de cinco años será completamente diferente, o, simplemente, no existirá. Cinco años.

La culpa, si es que la culpa existe fuera del universo católico ortodoxo, es de la disrupción tecnológica. Y cuando escribo «disrupción», el corrector de mi viejo procesador de texto se vuelve loco y me pregunta si quiero decir «disyunción». Y no sé qué decirle, la verdad, porque acaso tenga razón.

Pero sigo adelante y les pongo un ejemplo. Dicen que dentro de muy poco van a quitar las máquinas que dan los tickets de la OTA en Bilbo. Tendremos que pagar por aparcar a través del móvil, y se gestionará el tiempo y todo lo demás a través del smartphone (otra vez flipa el corrector). Para muchas personas de cierta edad, más que una disrupción será una putada.

Como dice el axioma, el futuro ya no es lo que era.