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KABUL

El jefe del Pentágono visita suelo afgano tras el mayor ataque talibán

El secretario de Defensa de EEUU, Jim Mattis, llegó ayer a Afganistán en una visita sorpresa, horas después de que su homólogo afgano dimitiera a raíz del mortífero ataque de los talibanes contra una base militar la pasada semana que causó entre 130 y 160 muertos y una lluvia de críticas contra el Gobierno de Kabul.

La visita de Mattis coincide con las dimisiones del ministro afgano de Defensa, Abdullah Habibi, y del Estado Mayor del Ejército, el general Qadam Shah Shahim. Las renuncias se produjeron tras la lluvia de críticas contra el Gobierno a raíz del asalto talibán contra una base militar cercana a la ciudad de Mazar-e-Sharif el pasado viernes. El ministro explicó que dimite «para preservar los intereses de la nación», pero no expresó ninguna disculpa o lamento. Además, el presidente Ashraf Ghani anunció la destitución de cuatro generales del Ejército, sin aportar detalles.

El ataque se cree que es el más mortífero jamás perpetrado por los talibanes contra una base militar. Lo lanzaron cuando los soldados, que estaban desarmados, salían de la mezquita tras las oraciones, un asalto que se extendió por espacio de seis horas. Los insurgentes iban vestidos con uniformes militares y lograron infiltrarse dentro del cuartel en varios vehículos del Ejército hasta ser descubiertos en un puesto de control de la entrada, donde el primero de los atacantes se inmoló, mientras el resto iniciaban el asalto.

Cómplices en la base

Un portavoz de la base, Nasrat Jamshid, contó a AFP que «una decena de personas, miembros de las Fuerzas Armadas, están siendo interrogadas como sospechosos», lo que confirma las sospechas de complicidad con los talibanes dentro de la propia base, a las que se refirieron el sábado algunos de los rescatados.

El ataque subraya el fortalecimiento de los talibanes, más de 15 años después de que fueran expulsados del poder, y se enmarca en su tradicional ofensiva de primavera.

La visita también tiene lugar días después de que Washington lanzara una GBU-43/B, «la madre de todas las bombas», para destruir posiciones del ISIS en Nangarhar. Casi 100 yihadistas perdieron la vida, según balances de responsables afganos, no contrastados. Mattis, que sirvió en Afganistán, afirmó que está evaluando la situación del conflicto en el país para el presidente Trump. Su visita estuvo precedida por la del consejero estadounidense para la seguridad nacional, el general H. R. McMaster, el primer responsable de la administración Trump que visitó Kabul, el 16 de abril.

Estados Unidos tiene a 8.400 soldados en el país, quienes, junto a otros 5.000 de sus aliados de la OTAN, asisten a las fuerzas afganas en la guerra contra los talibanes y combatientes yihadistas.

La ONU afirma que la tortura aumenta en Afganistán, incluso contra menores

El recurso a la tortura aumenta en Afganistán en el marco de la lucha contra los insurgentes y se extiende también a los menores detenidos, según un informe de la ONU publicado ayer en Kabul y Ginebra. La situación de Afganistán está siendo examinada desde ayer en Ginebra por los expertos de la Convención contra la Tortura, que el país asiático ratificó en 1987.

Entre los 469 detenidos interrogados por los investigadores, «el 39% ha proporcionado relatos creíbles y fiables de torturas y otras formas de tratos inhumanos y degradantes durante la detención», según el informe. Casi un tercio de ellos, el 31%, ha contado «haber sido torturado en varios centros de detención».

«Estos datos están aumentando en comparación con los del último informe de 2015, en el que el 35% de los detenidos afirmaron haber sido torturados», apuntan los autores, quienes lamentan la ausencia de persecuciones y sanciones contra los infractores. El trabajo de la Misión de Asistencia de Naciones Unidas en Afganistán y de la Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos se basa en 469 entrevistas con detenidos entre enero de 2015 y diciembre de 2016. La Misión está «particularmente alarmada» por el nivel de tortura practicada en los locales de la Policía Nacional, «en aumento desde 2010», fecha en la que este organismo empezó a vigilar los centros de detención.GARA