Raimundo Fitero
DE REOJO

Todavía

Este adverbio del título es uno de esos conceptos que te pueden alegrar una frase o un programa político o de televisión. Todavía nos deja espacio para mejorar o cumplir con nuestro pronóstico. Incluso resalta a uno de otro. Yo soy todavía más persuasivo en los fines de semana que cuando el ruido del tráfico de los repartidores de todo lo comprado por las webs colapsan nuestras calles. Pero colocar en un espectáculo de descubrimiento de talentos musicales un todavía es una evidente declaración de principios. O su contrario.

“Tu cara no me suena todavía” es la recuperación de una vieja escuela, la de los aficionados que pueden cantar en algún momento de manera excelente. Aquellos nidos de arte que algunos hemos conocido como manera de un ocio familiar en donde acudían los vecinos del barrio con sus partituras en la mano para que un pianista las tocara y ellos la cantaban, sin micrófonos, a pelo. Y casi cada domingo repetían la misma canción, con “Granada” como punto crucial y algunos duetos zarzueleros como enganche con la cultura musical popular.

La televisión ha convertido este ocio, estas aficiones, en un producto de alto consumo. Y se trata de grandes espectáculos emitidos en directo, asunto que tiene sus bemoles porque los aficionados, o los aspirantes a estrellas, o los profesionales de bajo perfil son capaces de hacerlo, cantar en directo, cosa que los famosos ya no se arriesgan. O muy poco. La cuestión es que estos programas juegan con los sueños de estos artistas dotados de técnica y personalidad, pero que se deben camuflar imitando a alguien reconocible por las audiencias. Y cuando estos aspirantes son niños, empezamos a sentir una presión arterial superior debido a la proyección de sus padres, que creen que tienen alguien del que vivir. No lo hacen todavía, pero todo llegará.