Anjel Ordóñez
Periodista
JO PUNTUA

Vademécum

Nada nuevo descubro si digo que la crisis, aunque se muestra más violenta y desnuda en lo económico, es una severa enfermedad sistémica de la sociedad en que vivimos. Una infección que se disemina a través de todo el torrente sanguíneo de las estructuras vitales, y que difícilmente conseguirá curarse con remedios localizados o tratamientos a corto plazo que quizá ahora logren salvar un riñón, pero que probablemente terminarán por dañar el hígado y los pulmones más tarde. La victoria de Macron en las elecciones presidenciales francesas ha supuesto una tregua momentánea frente a la amenaza de la ultraderecha y un soporte pasajero para quienes se esfuerzan por apuntalar los andamios de una Unión Europea en riesgo de ruina. Pero una lectura detenida del prospecto de este bálsamo de fierabrás que despachan por litros en el Eliseo desvela que los efectos secundarios terminarán en colapso del organismo. Más pronto que tarde, el prontuario liberalista de Macron solo conseguirá empeorar una situación ya de por sí delicada, la misma que ha dado a Le Pen once millones de votos.

Más cerca, el apoyo del PNV a los presupuestos de Mariano Rajoy a cambio de que el Estado español cumpla su propia ley con respecto al cupo es otro ejemplo de tratamiento con aspirinas para la esclerosis múltiple que padece este país como consecuencia de décadas de imposición política, social y cultural. Un alivio sintomático en píldoras por valor de 1.400 millones de euros, que los dirigentes jeltzales presentan como un logro del autogobierno, y que no es sino la perpetuación de lo que la mayoría de la sociedad vasca rechaza de plano como lo que realmente es: el tenor de un sistema de vasallaje que beneficia a unos pocos y perjudica a todo un pueblo en lucha por su reconocimiento.

Ahora han sido Urkullu y Rajoy, pero antes fueron Arzalluz y Aznar. Como una mala gripe, el esquema se repite de forma mimética en aquellos momentos en los que la debilidad del Estado facilita entendimientos con mucho bombo mediático y ningún recorrido –cuando no verdadero freno– en el camino hacia un futuro de autogobierno.