Carlos GIL
Leioa

Mirar demasiado al cielo resta humor al teatro en la calle

Umore Azoka de Leioa comenzó con el parte meteorológico como primera condición imprescindible. Tiempo variable, que al final de la noche hizo terminar precipitadamente algún espectáculo. 

Arrancó “Hortzmuga” con  “Femmes”, un itinerante protagonizado por cuatro ancianas que van haciendo paradas para desarrollar escenas en donde muestran su indignación ante la situación política y social, unas yayas flauta, muy divertidas con momentos de incorrección muy acentuada que comenzaron con público  de todas las edades y acabaron llevando una comitiva de niños detrás. Una sonrisa cautivadora que es la proa de un personaje encantador, una soñadora que se mueve con una armonía de una sutileza poética sublime.

Es Claire Ducreux, que presentó “Silencis” haciendo uso de recursos de danza, movimiento corporal, clown, con una escenografía evocadora y esa capacidad para detener el tiempo, para saber conjugar con maestría los ritmos internos y con esa mirada y sonrisa que te deja clavado, esperando que nunca se acaben esas ensoñaciones. Encadenamos tres propuestas de danza por artistas vascos, Amaia Elizaran bailó junto a Jaiotz Osa “Raw”, muy frío, muy técnico, como si estuvieran todavía pendiente de seguir la partitura física, sin incorporarle emoción. El bailarín presentó posteriormente un unipersonal “Suddenly” en donde mostró su formación técnica, en una propuesta más historiada, pero así mismo, muy hacia dentro, como con cierto pudor de expresar algo más que sus delicados movimientos. “MDV Danza” en “Fundiendo el hierro” nos colocan ante una suerte de fusión de estilos, de lenguajes dancísticos que le otorgan a su propuesta un aire bipolar, en blanco y negro como sus vestuarios, pero con una mayor disposición al contacto con el público a través de su fuerza expresiva.

Quizás el trabajo más experimental que se presenta en esta edición sea “6º below nothing” a cargo Karla Kracht & Andrés Beladiez. Se hace en una lonja y es una instalación en la que cada espectador con el uso de una linterna pone en marcha unos dispositivos audiovisuales que van recreando momentos de la historia de la humanidad en donde la destrucción se ha hecho presente de manera dramática.  Es muy paradójico y tecnológicamente avanzado y su gran valor es que crea sensaciones muy personales de manera no emotiva sino racional al recorrer ese espacio tan misterioso debido a la oscuridad y al lenguaje empleado en cada estadio narrativo.

Y empezó a chispear y vimos cosas esquinados y escuchamos chismes y nos contaron asuntos que pueden tener relevancia en los próximos días. Y si es así, lo contaremos.