Sparrow Vs Salazar
Atención, pregunta: ¿quién lleva sombrero, anillos en la barba, rimmel en los ojos y 3.800 millones de dólares de botín bajo el brazo? Fácil: el Capitán Jack Sparrow. Uno de los personajes más icónicos en lo que va de siglo XXI vuelve a la gran pantalla, por quinta vez, con las angustias inherentes en cualquier misión de rescate urgente. Y es que casi quince años después del estreno de la primera entrega de esta saga, la situación ha cambiado (a peor) tanto para su productor, Jerry Bruckheimer, como para su principal estrella, un Johnny Depp ahora caído en desgracia y al borde de la quiebra financiera.
En este estado nos llegan Sparrow y su tripulación. Gore Verbinski, genial director que lo inició todo, abandonó el barco hace dos películas. Su lugar lo ocupa ahora la dupla noruega compuesta por Joachim Ronning y Espen Sandberg, autores de “Kon-Tiki”, pequeña pero simpática sensación en los Óscar de 2012. Para ellos, esta es su segunda aventura en el largometraje hollywoodiense. El primero fue, recordemos, aquel desastre de neo-western titulado “Bandidas”, con Salma Hayek y Penélope Cruz.
Los antecedentes, ciertamente, no son los más alentadores. De modo que toca centrarse en las promesas para el futuro más inmediato. Estas las capitaliza la siempre imponente presencia de Javier Bardem, el cual se pone en la piel (putrefacta) del Capitán Salazar, espectro sanguinario que busca vengarse de Jack Sparrow desde el más allá. A partir de ahí, cabe esperar lo de siempre: despliegue de efectos visuales pagados por la Disney, regodeo en el imaginario ya gastado de Verbinski y, cómo no, ese maestro de ceremonias sin igual. Ese agujero negro del carisma, de las ocurrencias impertinentes y de las piruetas imposibles. Si funcionó en las cuatro anteriores ocasiones, ¿cómo no va a hacerlo una quinta?