EDITORIALA
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Trump renuncia al liderazgo medioambiental

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, confirmó anteayer la retirada de su país del Acuerdo de París sobre el cambio climático. La decisión provoca una cascada de reacciones que expresan decepción y una crítica unánime al paso dado por el mayor emisor per capita de gases de efecto invernadero del mundo. La noticia no ha producido el temido efecto dominó; al contrario, muchos países aprovecharon para reafirmar su compromiso contra el cambio climático.

Los grandes acuerdos diplomáticos suelen contener aspectos positivos y estudiadas ambigüedades que son las que a la postre permiten cerrar los pactos. El Acuerdo de Paris no es una excepción. Fue el primer acuerdo climático que comprometía a la casi totalidad de países al crear un marco general pero, por otro lado, no fijaba objetivos concretos para cada uno de ellos. El texto, por ejemplo, ni siquiera menciona los combustibles fósiles.

En este contexto, el abandono del acuerdo por parte de Estados Unidos es, sobre todo, una renuncia al liderazgo mundial. La Unión Europea y China trataron de recoger ese testigo, pero la repetidamente anunciada declaración conjunta sobre el particular no llegó. Desavenencias en cuestiones económicas lo impidieron. Este hecho muestra la verdadera dimensión económica que subyace en todos los acuerdos climáticos. Mientras Estados Unidos considera que es un freno a su actividad económica, otros países lo valoran como una oportunidad para modernizar su economía; no en vano, la reducción de gases de efecto invernadero abre amplio abanico para la innovación y la puesta en marcha de nuevas actividades científicas e industriales.

La salida de Estados Unidos del acuerdo indudablemente tendrá consecuencias en la lucha contra el crisis medioambiental, pero lo verdaderamente importante para frenar el cambio climático es el impulso y la presión de una sociedad civil organizada y activa que empuje hacia una transformación del sistema económico actual.