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CICLismo

Iñigo Altuna, un debutante que le coge gusto al podio

Tras ganar la montaña en la Santikutz Klasika, repitió el sábado en Beasain y además se clasificó tercero.

Iñigo Altuna (Lasarte-Oria, 1998) logró el sábado en Beasain el primer podio este año de un debutante en carreteras vascas al acabar tercero y ganar la montaña. Ya se clasificó quinto en Urraki y duodécimo de la primera etapa de la Bidasoako Itzulia, en la que estuvo en el Top-15 y fue el mejor debutante hasta la última etapa, cuando una avería unida a la dureza de la jornada reina le relegó al puesto 21º.

Pero de todas sus actuaciones a la que da más mérito es «a ganar la montaña en la Santikutz Klasika. Nos escapamos de salida diez corredores y me fui. Hice 50 kilómetros solo, coroné cinco de los seis puertos en cabeza. Igual no es tan significativo como el tercer puesto del sábado, pero me quedo con esto».

En Beasain «en la primera subida a Olaberria busqué la montaña para subir al podio y peleando por los puntos nos fuimos tres y nos quedamos Moreno y yo en Mandubia. Nos pillaron en la bajada, en la última subida ataqué para coger los puntos y luego nos pasaron Sureda e Ibai Azurmendi. Miré al podio y gané el sprint del tercer puesto. El objetivo principal era la montaña, pasé primero los tres puertos, y después de eso el tercer puesto es para estar contento».

También guarda un buen recuerdo del quinto de Urraki, la carrera que más le gusta junto con la de Gorla y Aiztondo, y hace una valoración positiva de las vueltas a Bidasoa y Nafarroa. Se marca el objetivo de los campeonatos de Gipuzkoa y los estatales si es seleccionado y después descansará para afrontar la parte final de la temporada.

Pide libertad para los debutantes

Hasta entonces no decidirá su futuro: «Al final cuando andas adelante siempre hay ofertas, pero solo me preocupo por seguir en la misma línea y cuando llegue el momento decidiré». En juveniles ya apuntó buenas maneras con tres triunfos y no le gusta, aunque le pueda beneficiar, la norma que impide a los debutantes correr con equipos no guipuzcoanos: «Hay algunos que mostraron interés, pero no te pueden fichar. Así tienes más libertad en los equipos de aquí, pero eso no es bueno. Además si algunos van a otros equipos dejarían más huecos para pasar más guipuzcoanos a aficionados. Solo hay tres equipos».

Está encantado en el Eulen y destaca a los directores Unai Iparragirre y Jon Eizagirre, «que han corrido en aficionados y así nos ayudan mucho a entender mejor las carreras. Estamos andando muy bien y eso que hemos acusado las bajas de dos corredores como Andoni Mateos y Jon Madariaga, de cuarto año. Le hemos dado la vuelta y tenemos buenos resultados con la tranquilidad que te da un sponsor asegurado para años. Nos centramos en lo deportivo y se nota que el equipo tiene ilusión».

Junto a Iñigo Elosegi, es el debutante vasco que mejor se ha adaptado a la categoría y no se muestra sorprendido porque el año pasado ya fue 15º en Altzo con los aficionados y destacó en la segunda carrera que corrió con ellos en Elgoibar: «Sabía que podía ir bien y en invierno me he centrado en la carretera pese a ser campeón de Gipuzkoa sub-23 y acabar en el Top-15 en el campeonato de España de ciclocross», aunque defiende que es bueno compaginar las dos especialidades y pone los ejemplos de Lastra y Van der Poel.

Mide 1.80, pesa 64 kilos y, aunque haya destacado en las subidas, se considera más un todoterreno que un escalador: «Me suele costar en el llano, pero suelo aguantar bien y cuando la carrera va cuesta arriba y en los tramos de fuerza para estar adelante me amoldo bien».

Ciclista, influido por la pasión familiar

Iñigo Altuna comenzó en el ciclismo «desde pequeño porque es lo que he visto en casa. Mi abuelo, mi padre y mi tío corrieron hasta aficionados y luego de cicloturistas. Siempre les veía andar y me gustó. Mi padre trabajaba y corría a la vez como independiente e hizo carreras de muchos kilómetros como la París Brest. Ramón Unanue le entrenaba y empecé con él. A los doce años probé la bici con el Buruntzazpi, en el pueblo, y ahí seguí hasta juveniles».

Su padre, Iñaki Altuna, es un gran apoyo y no le presiona para cumplir el deseo de ser profesional que él no vio realizado: «Lo que quiere es que disfrute. Sabe que vivir de esto es difícil y lo importante es disfrutar y lo que venga vendrá. Mi sueño es llegar a profesionales y trabajaré todo lo duro que sea para en un futuro estar ahí. Estudio primer curso de Ingeniería Mecánica y es importante estudiar, pero si en la bici andas bien se pueden parar los estudios y luego retomarlos si hay que hacer una apuesta para ver hasta dónde puedes llegar sin dejar la carrera para tener algo cuando no puedas vivir de la bicicleta».GARA