Pablo CABEZA
BILBO
Entrevue
JON KIRRU IPARRAGIRRE
VOZ Y GUITARRA DE HARA!

«Echo de menos poder escuchar otro tipo de música en los bares»

«Adikzioak, minak eta desirak» (Baga Biga) es el disco debut de Hara!, un trío de Ondarroa que funde el rock distorsionado y musculado con partes de fuerte carga melódica vocal. El resultado es un disco enérgico donde la voz, composiciones pegadizas, y guitarra de Jon Kirru, envuelven al oyente en espiral. Gorka Ruiz «Epi» y Julen de Diego son la precisa base rítmica sobre la que crece el trío.

Hara! acaban de llegar al índice discográfico, pero son músicos fortalecidos con dos experiencias anteriores de vigoroso recorrido y legado. Keike vive su experiencia entre 2003 y 2008, con concierto de cierre en 2010. Deja “Oinetan kea” (Oihuka, 2004) y “Beldurra, miña, argia” (Oihuka, 2006) como bagaje físico. Xarma también cede dos discos a la escena: “Amaraunak” (2009) y “Karenka” (2010). De semejante cosmos surge Hara! y “Adikzioak, minak eta desirak”, un álbum sin títulos gratuitos para sobrepasar la media hora y siete canciones brillantes en composición y repletas de texturas y matices dentro de una secuencia rockera tan tensa como armónica.

“Azken argia itzaltzean” es un corte de fuerte tendencia melódica más el original apoyo de Garoa Arizmendi con una segunda voz que redimensiona la propuesta desde el fondo del plano, más un solo guitarrero delicado; “Olibondoak” destaca por el poder del ritmo medio y un largo estribillo impecable; “Agian” es férrea, aglutina todas las cualidades del trío, como se escuchará más adelante: rock sucio, ruptura de la tendencia con un marcado estribillo, batería directa y un bajo denso que no deja espacios para perderse y guitarra siempre buscando oportunidades para redibujar contenido continuamente. “Ezezaguna” destensa con un aporte más pop, entra luz y se divierte rompiendo sombras. “Hiztegi mutuak” acelera el ritmo, hay cabalgada en el punto oportuno del disco, desde Kuraia a Estricalla al viejo jarkore internacional. La áspera “Kitzikan” podría ser “fumeta”, un delay de guitarra la expande. “Zurrupatzen” se acerca a ciertos aspectos del metal-rock local y referencias lejanas.

Alegrías, decepciones y una tercera banda, Hara!, con surge tras un periodo de tiempo existencial.

Xarma se extinguió de una forma un poco traumática y me quedé un poco colgado. Intenté tirar “palante” con otros componentes, pero no surtió efecto. Admitiendo mi derrota, y en medio de mi frustración, me dio un conato consumista y compré una guitarra electroacústica Taylor en Txirula (a plazos, claro) que me ayudó mucho para hacer canciones en ese formato y tener hoy en día un puñado de temas tristones que algún día espero grabar. Pero el cuerpo me pedía distorsión. Entonces, con la ayuda de Mikel Santos, que hoy en día anda como técnico de directo con Berri Txarrak, entre otros, compré un pequeño equipo para poder componer y grabar en casa. Empecé a hacer lo que debería haber hecho mucho antes, porque hasta entonces componía haciendo garabatos en mi cuaderno, que solo yo entendía. La adquisición de ese humilde home studio fue un gran avance para mí ¡y una pesadilla para mi vecino! Ja, ja, ja), porque comencé a escribir baterías, grabar bajos, guitarras, voces, haciendo música electrónica y mezclándola con rock… Fue muy terapéutico. Me animé a grabar temas para un hipotético proyecto, hasta que me junte con Epi y Julen y empezamos a dar forma al grupo con algunas canciones que tenía grabadas en casa. Aquello sí surtió efecto.

¿Fue complejo entenderse?, ¿dar la conformidad al estilo?

Desde el primer día en el que nos juntamos en el local vi que aquello podía funcionar. Epi y yo, hemos tocado mucho en el gaztetxe antiguo de Ondarroa desde la adolescencia. Ya más tarde, estuvimos en Keike. Somos amigos desde la ikastola y nos hemos entendido siempre, en lo personal y lo musical. A Julen también le conocía de haber trabajado con él en la playa de Ondarroa y le pegué un toque. Creo que tener grabadas las canciones en casa ayudó bastante para entendernos y arrancar. Ahora, en cambio, intento no llevar las canciones totalmente grabadas al local, porque creo que lo bueno de tocar con gente es, precisamente, ese toque personal que le da cada uno al probar cosas diferentes. Epi me dice que él escucha un riff de guitarra y sabe que ha salido de mí. Por tanto, ya hay un estilo a la hora de componer, aunque como se puede apreciar en nuestro disco, con lo que aportamos cada uno de los tres han salido canciones muy diferentes, aunque sí creo que hay un hilo conductor.

Con la experiencia del trío cabe pensar que no es necesario recurrir a influencias conscientemente; no obstante, hay partes de la melodía vocal que recuerdan algo a Kauta, Seiurte, Berri Txarrak. Y suponemos que, por casualidad, algo a Lauroba. Siempre visto como detalles sobre la robusta propuesta bien acotada aún con su variedad.

He tenido mucho tiempo para darle a la cabeza en el periodo en el que no he tenido grupo, para mejorar en la composición y como instrumentista y hacer un trabajo para poder gestionar de una forma más eficiente la pequeña, pero importante experiencia, que hemos adquirido de una forma quizá inconsciente. Es decir, aprovechar bien las horas de ensayo, saber tomar la decisión de cerrar una canción en vez de estar dándole vueltas a una idea eternamente, ser consciente de los trabajos añadidos que tiene formar parte de una banda que empieza a andar, las redes sociales… He escuchado a todos los grupos que mencionas y también he compartido escenario con todos ellos. En la época de Keike, y también en el de Xarma, hemos compartido escenario en numerosas ocasiones con Kauta. A Iker Lauroba le sigo la pista desde hace años. Recuerdo que cuando andábamos con Keike una vez tocamos un concierto en una carpa, fuera del gaztetxe de Intxaurrondo y le vi por primera vez con el proyecto Lauroba. Aquello molaba. Se lo dije a él. No lo he escuchado mucho, pero creo que hace propuestas interesantes y se me hace una música muy cercana. También hemos escuchado Berri Txarrak, cómo no, me empezaron a gustar a partir del segundo disco, “Ikasten”, en el que que, creo que cambiaron de afinación o algo, y yo andaba experimentando otro tipo de afinaciones bajando un tono a la sexta cuerda en do o en re, quizá seducido por el sonido de grupos como Dut o Pilt.

«Azken argia itzaltzean» es una canción pop muy delicada, casi una balada. Es diferente. El inicio nos ha recordado a RHCP.

Es una canción que iba a quedar fuera del disco. La hice muy desde dentro, de un tirón, tanto la música como la letra y tiene un valor especial. La tenía grabada en casa, pero no la había enseñado pensando que quizá no fuera nuestro rollo. En un descanso que hicimos en el estudio, toque esta canción con la acústica a Axular Arizmendi, el técnico con el cual hemos grabado le gustó y no tardo mucho en convencerme para grabarla y llamar a Epi para traer la batería, ya desmontada y fuera del estudio. Le dimos un par de vueltas en el local y a grabar. Julen estaba fuera, e inesperadamente, el bajo lo grabó un chico de Mutriku llamado Aitor Arizmendi. Un crack, dicho sea de paso. La colaboración de Garoa, una voz potentísima, estuvo sobrevolando por mi cabeza durante toda la grabación, pero no quería meter la colaboración con calzador. Hasta que Axular y yo nos dimos cuenta al unísono dónde tenía que entrar. La grabación con Axular lo he disfrutado. Hemos conectado casi de una forma telepática y se implica mucho en la grabación. A mí desde luego, me ha motivado mucho trabajar con él. Con lo que dices sobre la influencia de los Red Hot, “touché”. Es un placer que lo hayas observado. Cuando empezamos a grabar las baterías, recuerdo decirle a Axular, que quería una caja gamberra tipo Red Hot porque a mi también el inicio de la canción me recordaba a ellos. Luego la canción no nos ha salido muy gamberra, pero cuando la tocamos en el local suena más a nosotros que en el disco.

¿Cómo y qué se vive musicalmente en Ondarroa? ¿Existe una escena singular?

Echo de menos aquella época en la que se podía escuchar otro tipo de música en los bares cuando salías de fiesta. Soy bastante abierto a la hora de escuchar música. Puedo oír al Cigala, como a Bad Brains, pasando por Faith No More. Pero no me gusta el rollo reguetón este que está tan de moda. Resulta paradójico que teniendo la opción de tener toda la música del mundo al alcance de un click, puedas estar escuchando, en un momento dado, la misma música en Ondarroa que en Alcalá de Henares. Parece como que hay miedo a la diversidad y me resulta un poco chocante. Por otra parte, y en un sentido más positivo, en Ondarroa hay bastantes grupos ensayando en los locales de música y también hay, por suerte, colectivos como la gazte asanblada, Portuko Ranpi, Beikozini, Arrigorri… que organizan conciertos interesantes. Cuando empezamos a tocar con 15-16 años, las referencia eran grupos como Su Ta Gar, Metallica, Sepultura… y por esta tendencia creo que, en ocasiones, nos sale el ramalazo metalero (ja, ja, ja). Luego fuimos abriéndonos a otros terrenos, creo que, en gran medida, gracias a los grupos que pasaban por el gaztetxe zaharra de Ondarroa. Aquello fue como una escuela para todos.