Isidro Esnaola
IKUSMIRA

A euro el banco

Las rebajas de verano en la Unión Europea se han adelantado. Si hace un par de semanas el Banco Popular español fue vendido por un euro, esta semana otros dos bancos italianos, Veneto Banca y Banca Popolare di Vicenza, han sido traspasados por ese mismo precio. Cualquiera diría que cualquier europeo puede hacerse con un banco por el módico precio de un café. Como todas las gangas, esta también tiene su truco: por ese precio el Estado es el que elige al comprador, con lo que las opciones de estar entre los elegidos se reducen drásticamente.

Aunque el importe ha sido el mismo, lo que han comprado es bastante diferente. En el caso del banco español se lo han llevado todo, deudas incluidas; y todos los inversores han perdido su dinero. En Italia, sin embargo, el comprador se ha llevado la parte buena, algunas ayudas públicas y a los pequeños inversores con deuda subordinada, el equivalente a las preferentes del Estado español, que salvarán su inversión. El resto no.

¿Por qué esa diferencia? Sencillamente por mala conciencia de las autoridades responsables de la supervisión en Italia, que permitieron que se endosara esa deuda subordinada a clientes normales cuando los inversores institucionales –los especuladores profesionales–, la rechazaron. Cargarles ahora con las pérdidas hubiera sido demasiado.

En un Estado carente de honestidad cuando un banco ofrece una bicoca a un cliente, más vale que este se palpe el bolsillo inmediatamente, a ver si su cartera sigue todavía ahí. El timo es posible porque los Estados europeos, rendidos al poder del dinero, han perdido cualquier noción de decencia.